lunes, 1 de diciembre de 2008

"El próximo gobierno tiene que ser de coalición, donde converjan todos"

ELECCIONES. "VAMOS A GANAR LA INTERNA, LO QUE HARÁ QUE EL VOTO DEL CENTRO SE VUELQUE AL PARTIDO NACIONAL COMO MOSCAS AL DULCE"

El diputado blanco Pablo Iturralde no le esquiva el bulto a ningún tema candente. Fervorosamente wilsonista, no vacila en afirmar que el legado de l último gran caudillo es recogido por el conductor de Alianza Nacional y precandidato presidencial Jorge Larrañaga

Pablo Iturralde (48 años) es secretario del Directorio del Partido Nacional; también preside la Comisión de Asuntos Internacionales del Partido, y es, asimismo, miembro del Parlamento del Mercosur. Junto con Enrique Pintado impulsó la creación de una Escuela de Gobierno que se propone formar dirigentes de la forma más plural posible.

­Por tu edad, calculo que pertenecés a la Generación 83, ¿es así?

­Así es. Fui fundador de Asceep. Me vine de Melo a estudiar a Montevideo en el 78. Ahí empezó también mi militancia estudiantil y partidaria.

­Supongo que te criaste en un hogar blanco.

­Bueno, sí y no. Te explico: los Iturralde son como hueso de bagual y mi bisabuelo llegó a pelear junto a Aparicio Saravia. Del lado de mi madre hay ancestros batllistas. Mi padre había militado toda su vida en el Partido Nacional; fue candidato a intendente de Cerro Largo en las elecciones del 66 y votó muy bien. Pero en el 71 se fue al Frente con Durán Mattos, junto a Erro (Erro iba a menudo a Melo y muchas veces pernoctaba en casa). Recuerdo que fueron a buscarlo para llevarlo al Frente el gallego Castro Dagnino (que después estuvo años en cana), Vernengo (que escribe en LA REPUBLICA), íntimos amigos del viejo. En las elecciones del 71 papá iba séptimo en la lista al Senado de Erro, la 4190. Como ves, tengo orígenes plurales, por suerte.

­Así que a pesar de la opción que hizo tu padre, vos te mantuviste fiel a la tradición blanca.

­Es muy grande la presión que uno siente, el sentimiento que te genera un pueblo cuya calle principal se llama Aparicio Saravia... Es muy difícil no ser blanco en Melo. Y así como Faulkner habla del "Sur Profundo", yo creo que el "Blanquismo Profundo" está en Melo. Hay una simbiosis muy especial entre el Partido Nacional y Cerro Largo, que hace que no se expliquen el uno sin el otro.

Pero mi casa siempre estuvo muy abierta a todas las corrientes. Casi todos mis primos (que son bastante mayores que yo) militaban en el Frente. Los Pereira Iturralde (como Cielito Pereira) y los Rebollo Iturralde eran todos de izquierda; gente del 26 de Marzo, del FER, tupas... Pero era una familia de muy fuerte tradición blanca.

--Bueno, pero de todos modos no me has explicado tu evolución ideológica.

­El 10 de setiembre del 78 estábamos estudiando y cortamos a las diez de la mañana para ir al acto por el aniversario de la muerte de Aparicio. Era un momento muy especial porque acababan de matar a Cecilia Fontana, la madre de Luis Alberto Heber, y todos quisimos ir por solidaridad personal, como forma de resistencia. Y ahí me dije: "yo soy de acá"; sentí que ese blanquismo me tomaba el corazón y el cerebro, y nunca más pensé otra cosa. Después vino la militancia clandestina, las reuniones en lo de Oliú, las tertulias en las que se cantaba "De poncho blanco" (¡Toda una audacia!).


­Era una forma de resistencia, de las pocas cosas que se podían cantar.

­Porque los milicos estos, dictadores repugnantes, proclamaban ser de tradición blanca, y nada más distinto de los blancos que cercenar las libertades; el Partido Nacional es un partido exageradamente libertario, ¿no? Ahí empezamos a armar las Coordinadoras, nos contactamos con otras facultades, con otros barrios. Empezamos a militar en la FEUU clandestina, después vino la creación de Asceep y nosotros sentíamos que teníamos que armar una corriente de opinión. Arrancamos muy apegados a lo partidario: formamos un grupo que se llamaba MENR, Movimiento Estudiantil Nacionalista Revolucionario... ¡Sonaba medio fuerte aquello, inspirado en el "anarco-saravismo"! (Se ríe). Era una época en que los nacionalismos populares ejercían influencia en América Latina (el peronismo, el APRA de Haya de la Torre, Paz Estenssoro) y fueron los modelos que nos inspiraban. Nosotros veíamos en Wilson algo muy radical, muy vinculado con lo intransigente, la herencia más pura de Hipólito Yrigoyen y de Leandro Alem.

­Era la imagen que Wilson daba desde su exilio a través de las famosas cassettes.

­Sí, y eso atrajo a muchos militantes del MLN, entre ellos William Whitelaw y Fernando González Guyer, que en el exilio sufrieron la influencia de Wilson y del Toba, una figura muy mítica para nosotros, que nos marcó mucho. El Toba había formado una barra que se reunía en el Tortoni, que estaba muy de vuelta de la lucha armada.

En el ochenta recibimos la primera cassette de Wilson, exhortando a votar No en el plebiscito, y creo que eso fue lo que desestabilizó al régimen. Si no hubiera sido por esa cassette, creo que habría ganado el Sí.

Esa cinta se reprodujo por decenas de miles y se difundió de mil maneras, siempre clandestinamente.

­¿Y cómo fue la militancia en los últimos años de la dictadura?

­En el Partido había otros ámbitos de militancia. Estaba la Juventud del Partido, pero nosotros formamos las Coordinadoras de la Juventud. En la Juventud estaban Borsari, Trobo, Heber, esa barra; yo me juntaba con Gallinal, Gandini, con algunos que después se fueron, Pita, Ubilla, que se integraron al Frente. Me acuerdo que nos acusaban de ser "convergentes"...¡y éramos convergentes, es cierto! (se ríe). Eramos pro convergencia; entendíamos que la lucha en el exterior contra la dictadura había que darla sin distinciones. Pero volviendo a la lucha por la recuperación democrática, el MENR se transformó con el tiempo en la CGU, la Corriente Gremial Universitaria, como una opción no partidizada.

­¿Cómo explicás tu profunda fe wilsonista con el hecho de haber sido suplente de Ignacio de Posadas en el 94?

­No hay que olvidar que Ignacio estuvo en Por la Patria desde el principio, y fue de los más duros en la lucha clandestina contra la dictadura. En el 94, nosotros veíamos que dentro de la gente que apoyaba a Juan Andrés Ramírez había dos grandes vertientes. Una, la del Herrerismo ortodoxo, y otra wilsonista. Nosotros impulsábamos la candidatura de Guillermo García Costa al Senado, una figura formada al lado de Wilson y su representante durante la dictadura. Queríamos votar un Senado diferente, yo quería votar a Juan Andrés pero no dentro del Herrerismo. Con todo respeto por el Herrerismo, mi vertiente es otra. Al final se llegó a un acuerdo y el "Polilla" García Costa fue segundo al Senado y De Posadas primero. Yo no tuve ningún problema en acompañar a Ignacio por su trayectoria.

­Insisto: ¿Cómo es posible la convivencia de sectores ideológicamente antagónicos dentro de un mismo lema? ¿Cómo coexisten el wilsonismo progresista y el herrerismo conservador?

­La historia del partido nosotros la aceptamos sin beneficio de inventario. Hay cosas con las que estoy de acuerdo y cosas con las que discrepo. Pero creo que es posible convivir y que hay distintos modelos y distintas formas de actuación.

­Hablemos un poco de la interna actual. Hay quienes sostienen que Lacalle es mejor candidato que Larrañaga.

­Con Larrañaga de candidato en 2004, el Partido mejoró su votación con el 35 por ciento del electorado y salió segundo. Entonces yo pregunto: ¿Cuál es el mejor candidato? ¿El que sacó el 20 por ciento y salió tercero en el 99 o Larrañaga? Por otra parte, hay que reconocer que con Larrañaga al frente del Partido no hay peleas ni rencillas internas, nunca hubo una palabra destemplada; hay una figura que encauza porque tiene buenas dotes de mando.


­¿Eso quiere decir que Lacalle no fue bueno para mantener la paz entre los blancos?

­Lacalle es un buen dirigente, y no tengo por qué hablar mal de otro para hablar bien de aquel en quien yo creo. Pienso que Jorge Larrañaga representa lo más genuino de la tradición nacional, nacionalista y wilsonista, y creo que es el hombre adecuado para dirigir el Partido Nacional.


­¿Cómo se explica, entonces, el crecimiento de Lacalle?

­Bueno, lo cierto es que Larrañaga recién el 27 de setiembre se retira del Directorio del Partido para empezar la campaña. Recién ahora estamos calentando los motores. En el 71 Wilson llena de ilusión un partido envejecido, le da esperanza, le da alegría, le trae jóvenes, militantes barriales, estudiantiles, sindicales. Esa alegría se vuelve a ver hoy en el Partido y esa alegría se llama Wilson, y quien representa a Wilson es Jorge Larrañaga. Jorge Larrañaga significa entender esa visión progresista del Partido, que no tiene miedo de sentarse a conversar con Bordaberry, de ir a visitar a Sanguinetti, de invitar al Pepe Mujica a comer un asado a su chacra, que no porque sí se llama "Los Puentes". Es muy fácil dialogar con quienes uno está de acuerdo, eso no es ningún mérito; lo difícil es dialogar con quienes uno discrepa. El próximo gobierno en Uruguay tiene que ser un gobierno de coalición, un gobierno donde converjan todos, no puede ser un gobierno de mayorías.


­¿Cómo ves el futuro político y político-electoral?

­Vamos a ganar la interna, lo que hará que el voto del centro se vuelque masivamente al Partido Nacional como moscas al dulce. Vamos a ir a una elección nacional pareja en la que nos vamos a ubicar arriba del 40 por ciento, junto con el Frente. Y en el balotaje vamos a ganar porque los colorados se van a volcar hacia nosotros. Pero como no creemos que los grandes temas se resuelvan por una mayoría ajustada, y no nos gustan las mayorías regimentadas, queremos un Uruguay donde en toda la sociedad se vea reflejada la forma de pensar de los distintos sectores. Tiene que haber coparticipación en el gabinete, porque esto se construye entre todos.

­¿Hay posibilidad de lograr consenso sobre grandes temas?

­Yo siempre digo que hay temas de gobierno y temas de Estado. Los temas de gobierno son los cotidianos. Pero la educación, por ejemplo, es un asunto que no puede ser resuelto por una mayoría ajustada. Hay cuatro o cinco cosas en las que tenemos que tener grandes líneas estratégicas definidas entre todos. No podemos aspirar a tener cincuenta y pocos diputados. Y derogar cosas que no nos gustan. Tenemos que lograr un acuerdo nacional en serio.

UNA EXPERIENCIA RENOVADORA Y PLURALISTA

--Contame un poco de la Escuela de Gobierno.

--Todos los partidos se ocupan de formar a sus cuadros, pero lo que tiene de bueno la Escuela de Gobierno es que ahí se forman todos juntos, y cuando uno se forma con gente que piensa diferente, cuando podés discutir con el otro, sos mucho más propenso a la empatía, a entender al otro. El prularismo tiene que ser una realidad, el convivir con gente con otras ideas es muy importante y las escuelas de gobierno te ayudan a eso. A nosotros, a la generación del 83 (que son en su mayoría frentistas) nos ayudó mucho haber trabajado en conjunto en aquella época. Para mí, Bayardi no es el ministro de Defensa, es "el gordo Pepe", que era el encargado de la seguridad en la Semana del Estudiante.


SOBRE POLÍTICA SINDICAL

"Siempre he sido partidario de mantener los Consejos de Salarios. Esa discusión ya la habíamos dado bajo el gobierno de Lacalle. Lo que no se puede es sacar los Consejos de Salarios y no tener mecanismos supletorios para fijar los mínimos por rama. Eso es lo que yo sostenía en aquel momento, siendo director nacional de Trabajo, y hoy pienso lo mismo. Necesitamos Consejos de Salarios que fijen mínimos por rama. Pero también vamos a tener una militancia sindical activa, marcando a los dirigentes hombre a hombre en toda la cancha para evitar el sindicalismo amarillo".

"CON LOS BLANCOS SE VIVÍA MEJOR"

­¿Es cierto que "con los blancos se vive mejor"?

­Los datos que tenemos del crecimiento del producto bruto bajo el gobierno blanco son contundentes: disminución del desempleo, aumento del salario real. Mienten los sindicalistas cuando afirman que disminuyó el salario bajo el gobierno del Partido Nacional. Incluso la gente percibía que había un bienestar, a tal punto que casi ganamos en el 94. Y la diferencia con este gobierno ­que también ha logrado un crecimiento importante­ es que la pobreza disminuyó más con el gobierno blanco, y, además, este gobierno actual contó con una coyuntura internacional favorable, cosa que no ocurrió bajo el gobierno de Lacalle; fue un buen desempeño del gobierno en un contexto internacional de crisis.

Fuente: Diario LA REPÚBLICA, lunes 1º de diciembre de 2008

No hay comentarios: