martes, 30 de diciembre de 2008

El FRENTE EN LA ENCRUCIJADA


Durante la segunda guerra mundial, para detener el avance de los ejércitos alemanes, los soviéticos apelaron a la vieja táctica del rodillo. Ésta consistía en lanzar, una tras otra, oleadas de soldados contra las formaciones alemanas, aprovechando de ese modo su infinita superioridad numérica para desgastar las energías de aquéllas. La táctica fue costosa (murieron millones de soldados soviéticos) pero eficaz: sobrepasadas en número, las huestes nazis fueron barridas, no valiéndoles de nada su tecnología y tácticas superiores.
En el pasado Congreso del Frente Amplio, la flamante alianza entre tupamaros y comunistas aplicó la táctica del rodillo, aplanando a los demás sectores e imponiendo la candidatura de José Mujica, proclamándolo candidato oficial de la coalición de izquierdas y poniendo a su disposición el aparato de la misma. De nada le valieron al otro candidato favorito (Danilo Astori) el declarado apoyo del Presidente Vázquez y de las encuestas que lo colocaban en paridad con el viejo guerrillero tupamaro.
Los astoristas afirman que Mujica ganó el partido en la liga, restando jugarlo en la cancha. Es cierto. Pero teniendo en cuenta lo mucho que está en juego, difícilmente el resultado en la cancha difiera del registrado en la liga.
Imaginemos por un momento qué ocurriría si en las internas a padrón abierto Astori resultara vencedor: toda la estructura del Frente Amplio se estremecería hasta sus cimientos. Comités de base, plenarios, el propio Congreso, perderían su razón de ser. La propia existencia del Frente Amplio (tal como la conocemos hoy) sería puesta en entredicho (no sería extraño que muchos de quienes están dispuestos a votar a Astori en las internas, lo hagan con esta segunda intención). En caso de un triunfo astorista, para el militante sería traumático: sentirá que le impusieron un candidato “desde fuera”, por el cual deberá trabajar y luego votar. ¿Cómo tragarse tamaño sapo? Y con respecto al aspecto programático, sabido es que el programa aprobado en el Congreso está en el extremo opuesto del pensamiento económico de Astori. De triunfar éste: ¿quién lo obligará a cumplir con el mismo en el hipotético caso de resultar después electo Presidente? Es el programa de un Congreso que ha quedado deslegitimado por las urnas, podría argüir el Contador, con toda justicia.
De ahí que, por una simple cuestión de supervivencia, el Frente Amplio deberá hacer hasta lo imposible para evitar un triunfo de Astori.
Por otro lado, la derrota de Astori provocará una corrida de los votos del centro que le permitieron al Frente Amplio ganar la anterior elección, porque no es lo mismo un Astori que un Mujica Presidente (máxime contando éste con el respaldo del Partido Comunista y el MLN – Tupamaros, partidarios ambos de la lucha de clases, la implantación del socialismo y enemigos declarados de la propiedad privada).
En cualquiera de los dos casos las consecuencias serán nefastas; por lo que bien se puede decir que luego del Congreso de diciembre, el Frente Amplio se metió en una encrucijada de la cual saldrá con profundas heridas difíciles de restañar.
Alberto Lamaita es profesor de Historia y dirigente de Alianza Nacional de Florida.
Columna semanal publicada en Diario El Heraldo, martes 30 de diciembre de 2008

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