lunes, 16 de marzo de 2009

WILSON, ABANDERADO Y BANDERA

Por Juan Raúl Ferreira
Especial para Diairo Cambios de Florida.

EL domingo se cumplirán 21 que se fue. Demasiado tiempo para que la gente lo recuerde con la misma inmediatez que el día de su despedida. Demasiado poco para que ya haya entrado en la Historia. Lo que quiere decir mucho más que figurar en sus libros, por cierto. Pero hay algo más. Y que mejor lugar para reflexionar al respecto que acá donde este año se llevarán cabo los actos centrales de recordación de la fecha de Wilson.
Uruguay es un país tolerante. ¿Qué uruguayo pertenezca al Partido que pertenezca no rendiría homenaje a uno de los grandes de las otras colectividades? ¿Algún Blanco puede no sentir respeto por Batlle y Ordoñez, o Frugoni? ¿Algún frentista o colorado no recordaría con respeto la figura de Herrera o Fernández Crespo? Esto es así porque el Uruguay es eso y el día que deje de ser eso, no es nada.
Pero convengamos que lo de Wilson es otra cosa. De sus blancos, ya hablaremos. Lo que hoy el país entero constata es el sentido de pertenencia que el país siente sobre esta figura sin dejar de recordar que sigue siendo la expresión corpórea del Partido Nacional. EL colorado, el frentista no se limitan a respetar a Wilson. Lo sienten un poco como propio. Para ello no tienen que renunciar a nada de lo suyo ni pretender que Wilson no sea tan blanco como fue.
A mi me hace acordar a Wilson vivo. Cuando la causa nacional convocaba por encima de Partidos, iba a oírle su gente y la de las demás colectividades. Pero iban, cada uno con sus banderas, sin que nadie sintiera que por ello descolorían. Así es luego de muerto. Wilson es “lo blanco” pero además, es lo “nacional”, lo que no une, los que nos da identidad. Lo escribió de un modo maravilloso su adversario Sarthou, hace un año, cuando hicieron 20 de su muerte. Lo enfrentó y lo volvería a enfrentar sin desconocer que en cosas esenciales lo representaba.
Es con ese espíritu que hemos acuñado la frase para explicar nuestra propia posición política acompañando, como es mi caso, a Larrañaga: “Nosotros, somos de Wilson, pero Wilson es de todos.” Y así es dentro y fuera del Partido. Quienes comparten su sueño de país y quienes sin haberlo compartido hoy piensan en otros rumbos que los que fueron suyos, pero Wilson sigue siendo un norte, un símbolo de valores que trasciende programas, elecciones y opciones coyunturales.
Para los blancos Wilson fue el abanderado. Hoy es la bandera. Para los wilsonistas, el sueño de izarla en nuestro horizonte político y ¿por qué no decirlo? Llevar por primera vez en la historia a su movimiento político al gobierno nacional. Con un compromiso, hay algo en las próximas elecciones en lo que Wilson no puede perder: gane quien gane, todos somos responsables que ningún oriental se sienta derrotado.Por estas cosas, las propias y las ajenas vamos a Florida el día de su muerte. Para recordar que fue un hombre del interior y para el interior. Para homenajear en su recuerdo su sueño descentralizador. Para sentirnos juntos por un país mejor. A las 18:00 del Domingo, el Santuario Nacional recibirá a uruguayos de todo el país, para reflexionar y orar por un futuro mejor para todos. ¡Que otro homenaje podría hacerse! Fue abanderado. Es bandera.

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