lunes, 9 de marzo de 2009

De Haedo: Bajar el costo del trabajo y la producción es la piedra de toque del crecimiento


Propone un “shock productivo” que consiste básicamente en fomentar el crecimiento económico disminuyendo los impuestos que gravan el trabajo, así como el costo de la energía, los combustibles y las telecomunicaciones. Proclama la necesidad de ir bajando el déficit fiscal heredado y advierte que “subir impuestos en recesión, es más recesión”.
Durante la siguiente entrevista con La Democracia, Javier de Haedo, referente de Alianza Nacional en materia económica aseguró que “para estar en su promedio histórico, el dólar tendría que estar hoy en 27 pesos o 27.50 y no en 23.50 o 24 como está.”

¿Cuáles son los factores más negativos que heredará la conducción económica del próximo gobierno, después de 5 años de administración frenteamplista?

Analizando las cosas positivas y negativas de este gobierno, entre las negativas he destacado dos: el aumento totalmente fuera de línea con la programación financiera que tuvo el gasto primario del sector público no financiero, en particular en 2007 y 2008, así como el lo que ya se prevé que será 2009; y en segundo lugar, la pérdida de competitividad que se había registrado en la economía. En particular, hubo una pérdida de competitividad muy grande entre mediados de 2007 y mediados de 2008. Y también en enero de este año, producida por el Banco Central con el aumento de la tasa de interés.
Y se agrega un tercer elemento que se ha estado haciendo más notorio en estas últimas semanas. En estos días hemos leído noticias sobre trabajadores al seguro de paro y sobre sectores que le están planteando al gobierno la necesidad de revisas las pautas salariales. Yo lo resumo en la idea de que el gobierno no ha sido suficientemente claro en transmitirle a la población, a los agentes económicos, a las empresas, a las familias, a las personas, la crisis que se viene, que está instalada en el mundo que seguramente puede pegarnos muy fuerte. En estos días hemos tenido noticias de sectores como el de la fabricación de bicicletas para el mercado interno, de los sectores metalúrgicos y de curtiembres, por mencionar algunos ejemplos.

¿No cree que el gobierno esté procurando evitar la alarma?

El senador Astori ha dicho que quienes estamos advirtiendo los riesgos de esta crisis somos antipatriotas. En realidad, creo que estamos siendo precautorios en cuanto a que la gente tome sus resguardos ante una situación que puede ser complicada. Un caso muy notorio es el endeudamiento de las familias, ya sea con tarjetas o con créditos personales, de esos que se consiguen con relativa facilidad y que ya tienen a las familias bastante endeudadas por fuera del sistema bancario. Sería preferible que esas familias, si la crisis llegara a golpear las puertas de sus casas, por ejemplo si perdieran su empleo o fueran al seguro de paro, no estuvieran con una deuda al nivel del agua al cuello.
Una actitud precautoria sería decirle a esas familias que traten de no endeudarse más y si es posible de ir pagando la deuda para ser menos vulnerable si la crisis llega a la puerta de su casa.

En el escenario que usted imagina, ¿cuáles serían los principales instrumentos que debería aplicar la conducción económica del gobierno que asuma el primero de marzo de 2010?

Estamos a un año de eso y es muy difícil vaticinar cuál va a ser exactamente la situación para entonces.
El Fondo Monetario Internacional, dos veces por año (en abril y en octubre), anuncia lo que se llaman las Perspectivas Económicas Mundiales, que es una estimación de todas las principales variables por país, por región y a nivel mundial. En los últimos 18 meses lo ha hecho cada dos meses. Y cada nueva proyección que hace corrige enormemente la anterior hacia abajo. La última la hizo el 18 de enero. La anterior la había hecho el 6 de noviembre. Y ya el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn está advirtiendo que en todo caso quizá se quedó corto y puede ser peor. Y lo que ha pasado en los mercados en estas últimas jornadas también muestra que hay una volatilidad que sigue latente.
Entonces, es muy difícil imaginar el escenario de marzo de 2010. De todos modos, los que estamos trabajando detrás de alguna candidatura, tenemos necesariamente que manejar un escenario. Yo tengo mi propio escenario que voy corrigiendo periódicamente: el crecimiento mundial, el crecimiento regional, la inflación en dólares, paridad dólar – euro, así como la economía doméstica. Y yo estoy asumiendo un escenario que no lo veo tan dramático como podría llegar a imaginarse por las noticias que vienen del hemisferio norte.
Por ahora, salvo que estemos subestimando mucho los efectos de la sequía, espero que no tengamos una caída del nivel del PBI como en el período 1999 – 2002 que se perdió un 25%. No estamos asumiendo una caída del nivel del PBI, pero sí un crecimiento que puede ser cero. La mediana de las respuestas de los economistas al Banco Central en la última encuesta, da 2,3% de crecimiento. Eso coincide más o menos con el arrastre estadístico desde el año pasado: o sea un crecimiento cero de punta a punta del año.
Yo creo que si zafamos de esto sin caída del nivel del PBI de punta a punta del año 2009 y, en un mundo que queda relativamente caro en dólares (por ejemplo relación dólar –euro 1.20 o más y no 0.80 como llegó a ser hace unos años; o real – dólar por debajo de 2.50 o 2.60), si ese es el escenario mundial, creo que llegamos a marzo con posibilidades ciertas de introducir lo que yo llamo un shock productivo.

¿En qué consistiría?

A partir de los nuevos espacios fiscales que se generen con el gasto público real congelado, reducir algunos impuestos que sean la piedra de toque del crecimiento económico.
Yo estoy viendo que en estos últimos cinco años, Uruguay fue, en términos bien gráficos, en baja y con viento a favor. Y a la empresa que produce en Uruguay, el gobierno le puso piedras en la mochila, que son el costo país, regulaciones… cosas que no se ven cuando se va en bajada y con viento a favor, pero que se vuelven pesadas cuando, como ahora, comenzamos a transitar en repecho con viento en contra. Aparte de un gasto público muy alto, que tiene la contraparte de impuestos más altos sobre el producto también.
Imagino un próximo período de 5 años en el que se aligere la mochila. Y eso no es otra cosa que no subir el gasto real más de lo que ha subido; y ha subido mucho. Por supuesto, también implicaría no subir impuestos. Subir impuestos en recesión, es más recesión. De eso tenemos experiencias en el pasado.
Por eso yo digo no al Fondo Monetario. Porque el FMI lo primero que te dice cuando hay déficit es que lo soluciones subiendo impuestos. No le importa la calidad de los impuestos. Y eso es más recesión. Eso fue De la Rúa en el otoño del 2001 y fue Batlle en el otoño del 2002.
Entonces yo diría que en este escenario que estoy viendo, la retomada del crecimiento económico genera espacios fiscales que en principio los volcaría a dos objetivos: Ir bajando el déficit fiscal heredado para converger al equilibrio fiscal y simultáneamente ir bajando los impuestos que más pegan sobre la producción, que son el impuesto al trabajo, el impuesto a la mano de obra, el aporte patronal a la seguridad social que es un 7.5% sobre todo el costo de la nómina salarial. Es preferible exportar trabajo uruguayo y no trabajadores uruguayos que, por otra parte, ya no tienen un destino tan claro en el exterior como tenían hasta hace algunos meses.
El impuesto al trabajo no se devuelve en fronteras como el IVA. Es un impuesto que va embutido en el costo de la exportación. Entonces, ése es el impuesto que primero habría que bajar. Y también bajar el costo de la energía que tiene todavía un IMESI muy alto en el combustible y otros impuestos implícitos con los cuales se reparten subsidios para el consumo de gas oil en algunos sectores. Habría que llevar el precio de los combustibles, para todo uso, para todo destino, lo más abajo posible, bajando los impuestos parejamente para todos, impuestos explícitos e impuestos implícitos.
También el costo de la energía eléctrica y el costo de las telecomunicaciones, ya que se sigue obligando a Antel a aportar a Rentas Generales decenas de millones de dólares por año, sobre una base de negocios cada vez más exigua, porque hay áreas donde esa empresa está en competencia y no puede cobrar una renta monopólica de la cual después se apropia el Estado.
Con ese paquete se genera lo que yo llamo un shock productivo, se entra en un círculo virtuoso y allí sí se generan recursos genuinos para cumplir con los compromisos programáticos ineludibles, como la derogación o sustitución del IRPF y el IASS.

¿Cómo se reduce el gasto del Estado, que es tan rígido, tan indexado?

Quién diga que tiene una solución mágica para eso, miente. Aquí se viene hablando de reforma del Estado desde hace 20 años. Sin embargo el número de funcionarios es más o menos el mismo. Es una utopía pensar en bajar el costo del Estado sin cerrar oficinas, sin achicar físicamente el tamaño del Estado. Que no implica disminuir sus roles, porque posiblemente muchos roles estén multiplicados varias veces. Como por ejemplo la promoción del comercio exterior o de las inversiones en el país. Creo que la solución realista es decir, bueno, lo que hay es esto, en este período se aumentó mucho el gasto, más de lo debido, razón suficiente para que nadie pida un aumento mayor de gastos. La tarea de los ministros, la tarea de presupuestar, es redistribuir lo que hay, pero no se puede pedir al sector privado más impuestos para pagar más gastos.

Tú decías que el Fondo Monetario aplica una receta que es atraso cambiario y ajuste fiscal. ¿No es ese el panorama que tenemos hoy: atraso cambiario y ajuste fiscal disfrazado de IRPF?

El Dr. Lacalle, tras una reunión con quince asesores durante una jornada entera, llegó a la conclusión de que la solución para la crisis en Uruguay es llamar al FMI nuevamente. Yo discrepo con ese punto de vista. He visto que el Contador Astori coincidió cien por ciento conmigo en ese punto de vista en cuanto a que el Fondo Monetario era, de algún modo, un mal necesario para nosotros y en los momentos en que recurrimos al Fondo tal vez no teníamos otra alternativa. Pero hoy creo que tenemos otras alternativas.
Yo he dicho que el FMI es el último plato del menú y no el primero. Que es el CTI y no el médico al que uno llama para los primeros auxilios. Allí tenemos una diferencia de enfoque bastante clara en la interna del Partido Nacional.
Para el Fondo, nunca existe un problema de competitividad en el Uruguay. Al contrario, piensa que el dólar podría estar aún más bajo. Y tiene determinadas políticas monetarias y cambiarias que la pretende recomendar para un país como Uruguay, que no son para nuestra realidad.

¿En que sentido no son para la realidad uruguaya?

Uruguay no tiene moneda propia. O mejor dicho, tiene dos monedas propias: el peso y el dólar. No se puede aplicar en un país con dos monedas propias, una política monetaria para un país como Brasil, por ejemplo.
Si al lector le pregunto cuánto vale la cosa que habita en este momento, va a pensar un precio en dólares. Nadie pensará un precio en pesos. Hasta la información del pozo del 5 de Oro se traduce a dólares para que la gente entienda mejor cuánto hay en juego. Eso no pasa en Brasil o en Chile. No podemos aplicar recetas válidas para otros países pero no para el nuestro.

¿Existe realmente atraso cambiario? ¿Cuánto es? ¿Cómo se soluciona?

Hasta mediados de 2007 nadie podía sostener que hubiera un atraso cambiario considerable en la relación de Uruguay con el resto del mundo. Lo que sí había ocurrido era una caída del valor del dólar en nuestra plaza. Pero en una primera etapa pos crisis había salido del un nivel por encima de su equilibrio. Cuando uno está en crisis seguramente el dólar vale mucho más. Y si uno está muy estable, próspero, vale menos.
El tránsito desde la pos crisis hacia acá explica parte de la caída del dólar inicial de 31 o 32 pesos para abajo. Y después, todo este proceso de 5 años que termina en julio de 2008, en el cual el dólar se debilita contra todas las monedas del mundo, también explica que se debilite contra el peso uruguayo. Es la necesaria contrapartida del aumento de los precios de exportación del Uruguay. Cuando los precios de exportación suben, naturalmente el tipo de cambio tiende a bajar.
¿Qué pasa a mitad de 2007? Se endurece mucho la política monetaria, se pasa a utilizar la tasa de interés como instrumento de la política monetaria y, entre julio de 2007 y agosto de 2008, el tipo de cambio real pierde más de 10%. Y eso se da por la inconsistencia de políticas económicas, porque la política fiscal tiene un gasto público crecientemente expansivo y la política salarial está fuertemente indexada. Entonces en ese período queda sola la política monetaria y cambiaria peleando contra la inflación.
Después hay una etapa entre agosto y diciembre del año pasado donde las cosas se hacen muy bien; se abandona el ancla monetaria y se pasa a ajustar el tipo de cambio para acompañar el proceso de ajuste que tiene a nivel mundial. Los 19 pesos de agosto son similares a los 24.50 de diciembre en términos internacionales. Simplemente acompaña lo que pasa con el dólar en el resto del mundo. No mejora nuestra relación de tipo de cambio real con el mundo. Simplemente la deja congelada.
Después pasa lo de enero. Están asustados porque el IPC puede tocar el 10% y entonces empieza a hacer seguimientos de precios, presiones a determinados formadores de precios, se amenaza, incluso, desde el más alto nivel del gobierno con el tema de las detracciones y las prohibiciones de exportar y se sube abruptamente la tasa del Banco Central, con el propósito deliberado de bajar el tipo de cambio y en dos o tres días lo logran, introduciendo un atraso cambiario adicional en la economía.

¿En cuánto calcula hoy el atraso cambiario?

En las últimas semanas ha habido una mejoría en ese sentido, pero el dólar también ha seguido fortaleciéndose en el mundo. Entonces llegamos a fines de febrero con un tipo de cambio real promedio del 86 u 87% del nivel 100 histórico promedio de los últimos 30 años. No es una regla mágica. Pero es una base de referencia de tipo de cambio real, que el propio Ministerio de Economía ha utilizado. Eso significa que para estar en su promedio histórico, el dólar tendría que estar hoy en 27 pesos o 27.50 y no en 23.50 o 24 como está.

¿Cuál es el rol que debería cumplir el Estado en materia económica?

Esa es quizás otra diferencia en la interna del Partido Nacional en cuanto a los énfasis.
A lo largo del siglo XX hubo dos estereotipos de economía en el mundo. Uno priorizaba la libertad y sacrificaba un poco la igualdad o la solidaridad y con el paso del tiempo se terminó perdiendo hasta la libertad. El otro sacrificaba la libertad en aras de preservar la igualdad y la solidaridad y se terminaba sacrificando este último objetivo que se decía perseguir.
Con el paso del tiempo ha habido una convergencia y muchos creemos que es factible, que puede y debe procurarse las dos cosas al mismo tiempo. Es decir, igualdad y solidaridad dentro de un marco de libertad. Es un postulado programático reciente del Partido Nacional el liberalismo igualitario. Creo que esa es la síntesis de dos objetivos prioritarios que tenemos como seres humanos.
Allí es donde aparece la discusión sobre el rol del Estado y la función del mercado. Son insustituibles uno y otro. El mercado tiene una impronta que el Estado jamás podrá reemplazar. La iniciativa privada, el espíritu de lucro, la innovación, la creatividad, la flexibilidad y el dinamismo, no ha pasado de moda ni siquiera con la crisis. Sigue vigente. Si se va a salir de la crisis más rápidamente es porque está ese espíritu de innovación y creatividad propio de la naturaleza humana y que el Estado no debe apagar. En todo caso debe sí orientar ese esfuerzo y esa creatividad. Debe regular.
En nuestro país tenemos el ejemplo de las empresas públicas que eran juez y parte. Cuánto mejor es tener unidades reguladoras, regulando el mercado y esas empresas participando como un jugador más en ese mercado. En algunos mercados es el único jugador. Pero hay que ir a que haya muchos jugadores y que sea el Estado el que regule ese sector de la economía. Así es el mundo hoy. Hay que buscar esa síntesis entre regulación y libertad de mercados. El mercado es insustituible, pero el Estado debe ser regulador, orientador y, fundamentalmente, compensador, porque la política social debe saber focalizar el gasto allí donde es realmente necesario.

Hay una vieja discusión sobre la especialización del país y la dicotomía entre plaza financiera y modelo agroindustrial…

Producción es todo: es agro, es industria, es logística, es software, es servicios financieros, es un call center, es construcción. Y exportación también: es vender carne a un mercado externo o exportar un churrasco en el plato a un argentino en Punta del Este, exportar software, servicios financieros, portuarios, turísticos…
La izquierda antes sólo veía la balanza comercial, las exportaciones de bienes que se realizaban a través de las aduanas. Hoy el ex ministro Astori reivindica que el Uruguay exportó más de 9 mil millones de dólares, lo cual es cierto, cuando las cifras del comercio exterior dicen que exportó 6 mil. Pero hay más de 3 mil millones de esos servicios que antes la izquierda se negaba a considerar exportación o producción. Ha habido un avance conceptual en ese sentido.
Hay todavía quienes, cuando hablan en determinados ámbitos destacan a Uruguay como plaza financiera. Creo que no hay por qué destacar ese aspecto sobre otros. Todo es producción, todo es exportación, todo genera mano de obra. Si a mi me dan a elegir, si a Alianza Nacional le dan a elegir sectores a destacar, destacamos las raíces agropecuarias de nuestro país, la industria que agrega cada vez más valor a esa producción, destacamos el Uruguay logístico, el Uruguay puerto, el Uruguay eje y puerta de entrada de la región, el que produce y exporta inteligencia, el Uruguay donde los ingenieros no tienen desempleo y donde los agrónomos y los veterinarios cada vez tiene más trabajo.

Aníbal Steffen para La Democracia

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