domingo, 15 de marzo de 2009

Mañana, Wilson


Estaba pronto para salir hacia el Hospital de Clínicas, cuando me llamó el Arq. Cecilio y me dijo: Javier, murió Wilson. Eran las 7 menos cinco del 15 de Marzo de 1988, mañana hará 21 años.
En estos años, el Partido Nacional pasó por el gobierno y lo hizo por la oposición, y siempre se lo ha recordado como si estuviera presente.
Se lo evoca, habitualmente, por su rol de Fiscal de la Nación, por sus interpelaciones, por el tembladeral que le suponía a un ministro ser interpelado por él, porque eso significaba su último acto de gobierno. Entraban a sala como ministros y salían como ex ministros.
Sin embargo su misión era otra, era ser presidente. No es que él se lo haya perdido, se lo perdió Uruguay. Una vez porque le robaron la elección y otra porque lo apresaron, que era la única forma que tenía la dictadura de evitarlo.
Luego vino la tragedia de su muerte, es el designio histórico que golpea la historia de los blancos. Le tocó a Saravia recibir una bala con la batalla ganada y le tocó a Wilson su enfermedad.
Sin embargo, vaya paradoja, es difícil recordarlo con tristeza. Como suele suceder de él se relatan miles de anécdotas. Algunas las protagonizó y otras, su mítico recuerdo hace que quien cuenta una de ellas le agregue algo de su propia producción.
Está tan presente que nuestros compañeros de la juventud, que no habían nacido cuando murió, lo conocen como si estuvieran con él en cada reunión. En su recuerdo hay un acto de alegre melancolía, no se lo llora, se lo festeja.
Pero hay años en los que particularmente su memoria se agita con mayor fuerza, son los años electorales.
Los blancos nos creíamos destinados a ejercer la oposición. Fueron tantos años de estar en el llano, casi un siglo, que fuimos profesionales en su ejercicio. Sin embargo ese no es el destino de un partido, lo es el ejercer el gobierno, y para eso nos preparamos.
Estamos en la encrucijada electoral. El proyecto de Wilson, el que en 1971 se plasmó en Nuestro Compromiso con Usted, aún no llegó al gobierno.
Es raro eso de que siendo tan homenajeado y tan recordado, muchas veces su evocación haga de la anécdota lo central y no lo sean sus ideas. Fue grande por su proyecto político y por eso, y no por otra cosa, le hicieron fraude en 1971 y lo metieron preso en 1984.
Por eso llegó la hora, por lo grande que fue, que merece ser gobierno. Ahora no habrá ni fraude ni carceleros y su proyecto le gana al Frente Amplio.
Mujica, un antiwilsonista de siempre, va a ser el candidato del Frente y a éste no se le gana desde la derecha, sino desde el centro. No se le gana desde el dilema entre liberales y socialistas, sino desde el pragmatismo de ofrecerle a quienes habiendo votado al Frente en el 2004 y huyen espantados por la posibilidad de que llegue a la presidencia, el candidato que lo supere. Son pocos los votos que definirán la elección, y están en el centro del espectro ideológico, los extremos son cautivos de sus posiciones, pero el centro se corre a un lado y a otro.
En esta elección, entre otros, definen los que no quieren que Mujica sea presidente, pero sin pegar saltos ideológicos muy grandes. Ese centro ideológico no se ve representado por Mujica ni por su estilo, aunque muchos hayan votado al FA en el 2004.
El Partido Nacional es la alternativa, a pesar que el FA auguró, no hace tanto, nuestra desaparición.
Mañana al mediodía le vamos a dejar una flor a Wilson. La del próximo año ya será con él en el gobierno.

Javier García

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