jueves, 19 de marzo de 2009

Los tres chiflados


Dos fueron ministros del actual Gobierno, y el tercero es hoy Intendente del segundo departamento más poblado del país.
Uno de los dos ex ministros se caracterizó, durante los tres años que duró su gestión, por su sequía en materia de iniciativas y proyectos.
Cada tanto sin embargo, le afloraba al magín alguna luminosa idea que hacía “temblar hasta las raíces de los árboles”, como cuando propuso que nuestros agricultores sustituyeran sus tractores por arados de madera tirados por bueyes, o su revolucionario proyecto de importar indígenas bolivianos y peruanos para repoblar nuestra campaña.
Cuando olfateó que el viento favorable que lo venía acompañando comenzaba a cambiar de dirección no se hizo drama, y sin decir “agua va”, renunció a su cargo para pasar a ocupar un mullido sillón en el Senado, ya que aquí iba a ganar más sin hacer nada.
Tal cambio influyó positivamente, ya que de pronto su mente se transformó en una verdadera usina generadora de ideas de la cual brotan como de la cabeza de un dios antiguo las más fantásticas iniciativas y proyectos.
“Todo lo que no hice cuando pude hacerlo, prometo que lo haré si me votan como presidente”, nos dice hoy el ex Ministro, del cual, como se sabe, no hay que fiarse demasiado porque “como te digo una cosa te digo la otra” y lo más probable es que sus actuales promesas terminen bajo llave en “el baúl de los recuerdos”, de lograr su objetivo.
El otro ex ministro, en cambio, cumplió a la perfección sus deberes. Al mes nomás de asumir nos regaló el primer ajuste fiscal progresista, pagó por adelantado la deuda a los muchachos del Fondo Monetario (que luego lo premiaron eligiéndolo Ministro de Economía del año) y para tapar el agujero que le hizo al país creó su famosa Reforma Tributaria con la cual liquidó a la clase media e hizo añicos el aparato productivo.
Al igual que su otro “compañero” ex ministro, cuando percibió que se venía la tormenta abandonó el barco, dejando como timonel a un letrista de murga para que capeara el temporal y diera la cara por él.
Durante su gestión al frente de su cartera desdeñó a los periodistas e hizo oídos sordos a los reclamos de los “beneficiarios” de sus “reformas”, tratando a todos con olímpico desprecio desde su elevado pedestal.
Hoy, convertido en uno más de los aspirantes al sillón presidencial, también sufrió un cambio de personalidad. Corre detrás de los periodistas para que lo entrevisten y se muestra más dispuesto a escuchar los “justos reclamos” de los “ciudadanos” a los que antes negaba entrevistas, soportando estoicamente (maravillas de la política) la mojadura propinada por algún vecino enojado y, al igual que el otro precandidato oficial, derrochando promesas de “justicia social” y un mundo mejor para los más humildes.
Del tercero en disputa poco y nada sabemos. Sólo que dejó a su departamento “en banda” para restar votos al “compañero” aludido anteriormente y recorrer el país cantando loas al Gobierno.
En fin…
Como aquellos tres cómicos personajes de la televisión en blanco y negro, los tres candidatos del oficialismo llenan hoy nuestras pantallas, divirtiéndonos con sus ocurrencias y procurándonos momentos de solaz y esparcimiento que nos ayudan a evadirnos del tedio de este gris y chato remedo de gobierno “progresista”.
Alberto Lamaita es profesor de Historia y dirigente de Alianza Nacional de Florida.
Columna semanal publicada en Diario El Heraldo, Martes 17 de marzo de 2009

No hay comentarios: