lunes, 9 de marzo de 2009

Blanco con matices


Juan Raúl: “Concibo un gobierno del Partido Nacional con ministros frenteamplistas”


Vive en el mismo el edificio céntrico en el que lo hizo, aunque cinco pisos más abajo, el dictador Juan María Bordaberry hasta el día de su procesamiento. Cinco pisos que resumen una parte de la historia reciente uruguaya, de la que Juan Raúl Ferreira aceptó dialogar con la diaria.

-¿Wilson Ferreira Aldunate es la esencia del Partido Nacional [PN]?

-Cuando se piensa en Wilson hay que pensar que tenía varias dimensiones, nadie puede imaginárselo como no blanco porque es la quintaesencia del PN... A algún compañero le he oído decir que es la expresión corpórea del partido. Y sin dejar de serlo representó valores comunes a todos los uruguayos en la dictadura, y la solidaridad interpartidaria en ese período. En general, cuando la gente del Frente Amplio o del Partido Colorado se refiere a Wilson gusta de que le respeten un sentido de la pertenencia. En estos días, ordenando los archivos de mi padre, encontré las palabras con las que [Tabaré] Vázquez, siendo intendente, inauguró la calle que lleva su nombre. Y una cosa a mi juicio es muy impresionante porque rescata -cuando podría haber elegido cualquier episodio- aquél en el cual quizá más discreparon, que es la Ley de Caducidad.

-Durante la discusión en el Parlamento sobre la inconstitucionalidad de la Ley de Caducidad, Ferreira Aldunate fue evocado por el PN y por el FA, pero para argumentar dos posturas opuestas.

-Es la magia de Wilson. A cada figura hay que asociarla con su tiempo y rescatar sus valores. Si eso a un grupo de ciudadanos le sirve para argumentar las posiciones no me parece mal. Sobre el tema de la Ley de Caducidad lo que como ciudadano me gustaría es que encontremos un nivel de diálogo en el que superemos la discusión de quién manejó mejor la transición. No creo que la dictadura haya dejado nada bueno al país, pero rescato que separó el bagre de las tarariras. Hubo complacientes y hubo quienes la enfrentaron. Quien la enfrentó fue generando una cultura de solidaridad democrática que no tenía precedentes en el país, y eso se rompió con la Ley de Caducidad. Recomponer eso sería un activo para el país.

-Alianza Nacional no ingresó a sala. ¿Hubiera hecho lo mismo?

-No sé... Es un poco antipático contestar. Lo he pensado, pero no conozco entretelones de cómo se planteó. Me hubiera gustado que los coordinadores de las distintas bancadas se hubieran sentado previamente a acordar el debate de este tema, para saber cómo lo íbamos a manejar.

La Suprema Corte de Justicia se merecía una respuesta más institucional. No quiero señalar a nadie con el dedo pero creo que le faltó nivel histórico a la manera como se encaró el debate... Faltó una instancia de búsqueda de acuerdo previo y se exhibieron más discrepancias que las que realmente hay.

-¿Cómo evalúa la aplicación de la Ley de Caducidad por este gobierno?

-[Jorge] Batlle actuó con muy buena fe al crear la Comisión para la Paz, pero quizás ahondó las heridas porque generó unas expectativas que no se cumplieron. En la aplicación de la Ley de Caducidad yo estoy de acuerdo con lo que hizo este gobierno. Quizá si otros gobiernos hubieran hecho lo mismo, hoy el problema sería distinto o no existiría. La ley previó una serie de exclusiones que no fueron puestas ahí por adorno, fueron puestas para que se cumplieran en una realidad política que después no se dio: todos creíamos que el presidente que iba a administrar eso iba a ser Wilson.

-¿El gobierno de Luis Alberto Lacalle debió haber hecho exclusiones?

-En el caso del gobierno del PN no hubo ninguna consulta judicial, y no las hubo porque el tema había quedado como laudado con el gobierno de transición de [Julio María] Sanguinetti, que incluyó

todas las consultas judiciales. Más allá de a quién le tocó actuar, hasta el gobierno de Vázquez el Poder Ejecutivo no aceptó ninguna de las exclusiones previstas en una ley que es restrictiva pero permite aplicar justicia.

-No hubo consultas judiciales, pero en 1992 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró la ley incompatible con los pactos internacionales suscritos por Uruguay y

recomendó adoptar medidas para individualizar a los responsables de las violaciones a los derechos humanos, que nunca fueron adoptadas. ¿Lacalle se perdió una oportunidad?

-Sí. Y no tengo ninguna duda de que todos los gobiernos democráticos perdieron una oportunidad. Además hubo pronunciamientos de la Corte de los Derechos Humanos. Nuestro país fue uno de los once primeros en aceptar la jurisdicción de la Corte. Esto le genera una obligación jurídica a nuestro país, que a lo largo de toda su historia ha sido un fiel cumplidor de sus compromisos internacionales. En este tema el país se debe un gran debate y una solución de fondo. Si el momento de una solución de fondo no es ahora, no va a ser nunca...

-¿Firmó por la nulidad de la Ley de Caducidad?

-No firmé. Nunca tomé demasiado la decisión de no firmar... Tampoco me crucé con nadie que me pidiera la firma. Cuando empezaron los esfuerzos para anular la ley, Zelmar Michelini habló conmigo. Mi posición no es contraria [a la anulación] per se...

-¿Decidió si firmar o no?

-Mi opinión podía tener mucho más peso si no iba acompañada del dramatismo de la firma, que podía entenderse como una acomodada de cuerpo. La firma puede ser una caricatura de lo que yo quiero ser, porque en definitiva yo voté la ley. Nadie me vino a pedir la firma porque creo que se entendió mi argumento...

-Lacalle y Larrañaga han reiterado que en derechos humanos no queda más nada por hacer, porque el FA lo hizo todo. ¿Usted está de acuerdo con eso?

-No, no estoy de acuerdo. Siempre queda muchísimo por hacer.

-¿Qué opina sobre el manejo de la figura de Wilson en los discursos de Lacalle y Larrañaga?

-Me parece bien la reivindicación y emblematización de determinados valores. Lo que a mí me parece mal es decir “Wilson habría hecho esto o aquello” o “si quiere votar a Wilson vote la lista tanto”. Es cierto que en la interna del PN hay un elemento objetivo que no pasa por Wilson emblema sino por un tema estructural.

El viejo Movimiento por la Patria se ha reestructurado en torno a Larrañaga. Esto no quiere decir que la gente que vota a Lacalle no pueda decir que se sienta wilsonista. Cuando hago opción por su

candidatura, entre otras cosas lo hago porque es un gran candidato, es como volver a mi vieja casa... Encontrarme desde los viejos fundadores o con los que nos formamos juntos como Pablo Iturralde, Ruperto Long, Jorge Gandini... Los más jóvenes incluso, como Daniel Camy...

-En el homenaje que el PN hizo en marzo de 2007 a Ferreira Aldunate usted se retiró durante el discurso de Camy...

-Fue una discrepancia muy grande que tuvimos. Es un dato de la realidad y es un dato importante: un grupo del FA había solicitado a mi familia la posibilidad de hacer un homenaje ese mismo día, y mi familia no autorizó el homenaje sino que dijo que no se sentía con derecho a decidir, que bastaba con la voluntad de homenajear. Recibimos con mucho agrado que gente que no era del PN quisiera ir con un ramo de flores a su tumba... Eso fue desautorizado por el partido y yo creo que fue un error muy grave.

-El 2 de marzo, cuando anunció su apoyo a Larrañaga, expresó: “Wilson es de todos pero ustedes son de Wilson”. ¿Lacalle no lo es?

-Otro matiz con mis compañeros de ruta es la expresión -que no me gusta- “las ideas de Wilson hay que llevarlas al gobierno”. ¿Cuáles ideas? Lacalle, que yo creo que tiene un gran respeto y admiración por Wilson, nunca lo votó ni compartió sus ideas. Estuvieron enfrentados siempre. Eso no descalifica a Lacalle, pero no es donde yo quiero estar. A mí me parece bien que lo evoque todo el mundo siempre y cuando no diga “yo represento el sueño de país que él quería”...

-Eso es lo que dice Lacalle.

-Ya le contesté... [risas]

-¿Qué aspiraciones políticas tiene?

-Todo lo que dependa de mí para que Larrañaga gane las internas. No estoy buscando ni voy a buscar ningún lugar en las listas en las internas ni en las elecciones nacionales. Si llega al gobierno me gustaría colaborar en el Ejecutivo... Yo quiero que gane mi partido, pero quiero que el que gane pueda funcionar en un gobierno de coalición. Es difícil plantear este tema en una campaña electoral en la que la polarización paga mejor. Se viene un mundo en el que nos toca salir a palazos o con ganas de un gran acuerdo nacional. Y en ese sentido concibo un gobierno del Partido Nacional con ministros frenteamplistas, sin lugar a duda...

-¿Y sería el vice de Lacalle?

-No.


Lourdes Rodríguez

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