domingo, 9 de noviembre de 2008

Los jóvenes y la militancia partidaria


Es casi de “Perogrullo” exponer sobre la importancia que tiene para una sociedad civilizada la participación de sus ciudadanos en cuanto al “modus vivendi” de esa sociedad y en particular en lo que tiene que ver con la determinación de sus “reglas de juego”. Así en los estados democráticos como el nuestro, se manifiesta la participación de los ciudadanos en elecciones libres y transparentes en las que periódicamente se eligen sus gobernantes y también en la representatividad delegada a través de sus partidos políticos a fin de, dirigir el estado, regir sus instituciones y elaborar leyes y normas en general que constituirán el “estado de derecho” de ese país.
Ahora bien, el conocimiento de los ciudadanos acerca de sus derechos y obligaciones, de las posibilidades reales de formación y educación, del entorno social y laboral en el cual viven y de sus expectativas en la vida, incide fuertemente en la formación de su opinión acerca de los gobernantes y definen su mayor o menor aproximación, interés o desinterés, en la participación política y partidaria. Por consiguiente, se puede inferir que una mayor participación de la ciudadanía tiende entonces a profundizar y revalorizar a la democracia representativa y a los partidos políticos.
Pues bien, si hablamos de una mayor participación ciudadana, incluimos obviamente al segmento social constituido por los jóvenes de un país y también resulta claro que los jóvenes tienen su papel y la responsabilidad de ser parte importante y promotora, por su motivación y aporte de nuevas energías e ideas, en el proceso de construcción ciudadana y por tanto en el destino del país.
Queda claro o debiera quedar claro que para ello la formación y educación le inculcará a ese joven que es titular de derechos en una sociedad organizada pero que también tiene obligaciones y deberes con esa sociedad.
Por ello es que la educación, y en particular las materias referidas a la cuestión social deben promover estos conceptos, forman parte de los contenidos educativos básicos en una sociedad bien organizada. Por supuesto que habrá que tener en cuenta que no todos tienen las mismas oportunidades “desde el arranque” y entonces algunos tienen condiciones económicas, sociales, que les permiten alcanzar óptimos niveles en los estudios y habrán otros que no tendrán las mismas oportunidades, algunos incluso están hoy prácticamente excluidos de la sociedad, por debajo de la “línea de pobreza”. Algunos datos estadísticos indican hoy que a nivel de menores de quince años dicha proporción se acerca al 60%, mientras el mismo indicador, a nivel de menores de quince años, en los países europeos indica una proporción de entre el 17% y el 22%. Obviamente que esa realidad se traduce en que no solo la calidad de vida sino sus propias expectativas, posibilidades de empleo y de superación y sus valores no son los mismos que el resto de la sociedad. Allí es donde es necesario que el Estado actúe fuertemente buscando revertir la exclusión social acentuando el rol de la escuela pública a través por ejemplo de las llamadas “escuelas de tiempo completo” para lograr la socialización y la formación ciudadana de esos niños para quienes la familia no es más que un concepto de la teoría y que ellos ni siquiera conocen en el ambiente en que desarrollan sus vidas. Por supuesto que además el Estado tiene que ayudar a generar las condiciones para que a través de la inversión se pueda lograr la necesaria inserción laboral que será el desafío a mediano plazo de ese niño transformado en joven. Este aspecto constituye la médula de una concepción basada en el principio de la libertad y del respeto a los derechos individuales pero también generadora de la “igualdad de oportunidades” que constituyen base esencial para una sociedad más integrada y equitativa.
Teniendo en cuenta lo expresado, también los partidos políticos tienen un papel a desempeñar muy importante en el proceso de inserción de los jóvenes en la vida de la sociedad en la que forman parte, generando ámbitos en los cuales los jóvenes puedan exponer sus vivencias, sus necesidades, sus carencias y sus aspiraciones; y que comprendan, más temprano que tarde, que la vida en sociedad conlleva ejercicio de sus derechos individuales pero también respeto a los limites y las obligaciones que se tienen por vivir en sociedad. No se trata de adoctrinar ni de ponerlos en la “manija” para usarlos en función de objetivos políticos fijados por los mayores, se trata de que razonen y discutan desde su perspectiva los problemas que comienzan a vivir y que a su vez el partido político le genere los espacios y los canales necesarios para hacerlo en temas tan diversos como los del empleo, de la vivienda, de la diversidad sexual, de la educación, de la comunicación, etc.
En la elección de jóvenes del Partido Nacional el año pasado sufragaron mas de cincuenta mil jóvenes y esto debe entenderse como un doble mensaje; por un lado que los jóvenes tienen interés y motivación para enrolarse en la vida cívica del país y por otro lado en que los espacios generados deben permitir y alentar el involucramiento creciente de los mismos en la vida partidaria y en la agenda ciudadana y electoral. Es bueno traer a colación un pasaje de la declaración de los jóvenes del Partido Nacional en el congreso del 16 setiembre del 2007 en el que se expresa “la complicada situación coyuntural hace que los jóvenes conforme uno de los sectores más vulnerables de la sociedad, y el joven que necesitado de soluciones frente a determinadas situaciones busca respuestas en el Instituto Nacional de la Juventud pero se encuentra con un Instituto incapaz de darlas. El Inju debería alzarse como el baluarte defensor de la juventud pero hace caso omiso de sus necesidades, consecuencia directa de la ineptitud de un gobierno que constituye una gerontocracia, anclada en tiempo pretérito de corrientes ideológicas extinguidas”. Y agregaba “exigimos respuestas inmediatas. El desempleo de los jóvenes alcanza el veintisiete por ciento, los programas educativos están absolutamente desactualizados y las reformas que nos proponen son arcaicas y sin contemplar la realidad, hay falta global de oportunidades de desarrollo para los jóvenes, por todo esto y más es que vemos nuestro futuro con preocupación”.
Es por ello que en Alianza Nacional estamos convencidos detrás del liderazgo del Dr. Larrañaga, de que los jóvenes tienen un importante papel a desempeñar en cuanto a la discusión de los problemas que les aquejan y los caminos realistas y posibles, con un poco de idealismo juvenil sí, pero sin manijas generadoras de la frustración futura, a efectos de que tengan su participación en la elaboración del programa de gobierno, en la integración de las listas partidarias y en el sueño compartido de impulsar un gobierno del Partido Nacional a partir del 1º de Marzo del 2010

Fuente: LA DEMOCRACIA

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