martes, 11 de noviembre de 2008

EL TITANIC FRENTEAMPLISTA

“P.P.S: profundo y prolongado silencio”, respondió lacónicamente el Presidente Tabaré Vázquez al ser inquirido en cuanto a su posición sobre el tema reelección, en el último Consejo de Ministros realizado en Flores.

Curiosamente, Flores fue el último departamento creado en el país para permitirle al dictador Máximo Santos ser electo senador por el mismo y volver a la Presidencia en el famoso “Operativo Retorno”, ya que la Constitución de 1830 prohibía la reelección presidencial.

Pero volviendo al tema...

La semana pasada ardió Troya en la interna frenteamplista por todos los hechos de público conocimiento: los lagrimones de Mujica, el deplorable cruce de palabras entre el Presidente y el diputado Semproni, las declaraciones “en caliente” de Fernández Huidobro, los bríos cobrados por los reeleccionistas que recibieron el definitivo aval presidencial, y la sensación que le queda al ciudadano común de que el barco del Frente Amplio hace agua por todos lados y que su naufragio es inminente.

Por más ríos de tinta que se escriban, por más declaraciones públicas que se hagan, está más que claro que la reelección es inviable, no sólo por el impedimiento constitucional sino porque para las otras opciones (la convocatoria a una Asamblea Constituyente por ejemplo) no dan los tiempos materiales y porque la Constitución vigente obliga a todos los partidos políticos a realizar elecciones internas para designar sus respectivos candidatos a la Presidencia.

La pregunta del millón entonces es: ¿Qué se busca con todo esto? ¿Quién se beneficia con este entrevero?

En principio, la principal beneficiada es la oposición, que ha encontrado casi sin buscarlo un flanco débil donde golpear eficazmente (argumentos no le faltan) al oficialismo, y los propios reeleccionistas, a quienes el Dr. Vázquez ha dado “luz verde” y ha salido a defender de las críticas de los propios frenteamplistas opuestos a la recolección de firmas.

¿Quiénes pierden? En primer lugar el propio Tabaré Vázquez, que se ha despojado definitivamente de su condición de Presidente “de todos los uruguayos” para convertirse en uno más de los tantos candidatos que pugnan por el sillón presidencial (en el caso del aludido, para retenerlo por otros cinco años).

En segundo lugar, se perjudica el Frente Amplio, que dejó al desnudo sus graves fisuras internas haciendo surgir la duda en el electorado sobre si esta coalición de partidos está capacitada para seguir conduciendo el país, máxime teniendo en cuenta los efectos de la crisis económica mundial que todos vaticinan.

El tercer gran perdedor (y más lamentable) es el sistema republicano, porque con el revuelo ocasionado con el tema de la reelección, la incertidumbre por lo que pueda pasar de aquí en más, ha ganado a vastos sectores de la población (resulta inconcebible por ejemplo, que la Ministra del Interior, encargada de velar por la cristalinidad del próximo acto eleccionario, sea una de las más notorias figuras de las que promueven la reelección presidencial, lo que hace inexplicable su continuidad en el cargo).

En fin...

Como el Titanic, aquel fabuloso transatlántico a quien “ni siquiera Dios” sería capaz de hundir, el Frente Amplio avanza a toda máquina hacia el iceberg.

Sólo resta saber quiénes se salvarán y quienes se irán a pique cuando se produzca la inevitable colisión.
Alberto Lamaita es profesor de Historia y Dirigente de Alianza Nacional de Florida.
Columna Semanal publicada en Diario EL HERALDO, martes 11 de noviembre de 2008

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