miércoles, 5 de noviembre de 2008

CONTRA EL PORFIRISMO DE IZQUIERDA


“Es muy veleidosa la probidad de los hombres; sólo el freno de la Constitución puede afirmarla” (José Gervasio Artigas, “Oración Inaugural”, 5 de abril de 1813).
La campaña iniciada por algunos sectores del Frente Amplio en pro de la reeleccción presidencial cobró nuevos bríos cuando la semana pasada varios Ministros del actual gabinete (Daisy Tourné, Víctor Rossi, María Julia Muñoz) se sumaron a la misma. Para echar más leña al fuego, mañana se llevará a cabo en Trinidad (Flores) un nuevo Consejo de Ministros al aire libre (lo que para la oposición no es más que un acto disfrazado del Frente Amplio), esperándose con expectativa la palabra del Presidente Tabaré Vázquez, que deberá en el mejor de los casos volver a negar que tenga intenciones reeleccionistas o, en el peor de los escenarios, que no “ratifique ni rectifique” su posición inicial.
Lo que venimos advirtiendo desde hace tiempo en esta columna, se ha convertido en realidad: el pueblo uruguayo y las instituciones de la República, hemos terminado de rehenes involuntarios de las disputas internas del partido de gobierno, convertido a esta altura en un caldero del infierno.
Ya no importan la Constitución ni las leyes, ya nadie pierde el sueño por la estabilidad de las instituciones democráticas; al tacho se fueron las ideas y los principios: lo único que importa ahora es continuar aferrados al poder ha como de lugar aunque esto suponga rozar la ilegalidad.
Cuando los coletazos de la crisis económica mundial comienzan a azotar al Uruguay (3000 trabajadores han sido ya enviados al seguro de paro), ciegos e irresponsables, los máximos dirigentes del Frente Amplio (y los Ministros que deberían dedicarse a gobernar) embarcan al país en una discusión (“reelección si o no”) que sólo nos sumará más problemas y de la que nadie saldrá ganando.
Pero, más allá de las disputas internas en la coalición de izquierdas, más allá de la posición ambigua del Presidente Vázquez, más allá de las discusiones sobre la conveniencia o no de reformar la Constitución, subyace en el fondo una peligrosa visión (compartida por los sectores de orientación marxista) de que en el país se ha puesto en marcha un proceso irreversible hacia un nuevo sistema político, económico y social (el socialismo o como se llame a esta altura) y que hay que jugarse el todo por el todo para evitar un retorno de los Partidos Tradicionales al poder (representantes de “la burguesía” y “la derecha” vernácula), porque ello supondría una “marcha atrás”.
El 22 de mayo de 1970, escribía Carlos Quijano (uno de los impulsores de la creación del Frente Amplio) sobre el intento reeleccionista del por entonces Presidente Pacheco Areco:
“Sufragio libre, no reelección”, fue el lema de la revolución mexicana iniciada en 1910 contra el porfirismo”. “Es más que lamentable, que aquí entre nosotros, ciento cuarenta años después de la Constitución de 1830, tengamos que volver (...) a reclamar también “sufragio libre y no reelección”.
Y advertía: “Contra el “porfirismo”, si la descabellada aventura no muere en el huevo, se alzará el país”.
Treinta y ocho años después de escrito esto, el país se halla en la misma disyuntiva, pero como ocurrió en 1971, volverá a decirle no a los nuevos “porfiristas” progresistas.


Alberto Lamaita es profesor de Historia y Dirigente de Alianza Nacional de Florida

Columna semanal publicada en Diario EL HERALDO, martes 4 de noviembre de 2005

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