martes, 5 de agosto de 2008

LOS MÉRITOS DEL “PEPE” MUJICA


Cada día que pasa se afianza la posibilidad de la candidatura del senador tupamaro José Mujica a la presidencia por el Frente Amplio, ante la imparable caída de popularidad del delfín presidencial, Danilo Astori.
A su brillante paso por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, agreguemos como méritos su sensibilidad ante los problemas cotidianos de la gente, su bohonomía personal, su lenguaje sencillo y campechano, rasgos que lo han llevado a ganarse el afecto de personas pertenecientes a todos los estratos sociales, en especial de los más humildes que hoy se sienten consustanciados con su persona.
Recordemos al vuelo algunos de sus logros al frente de la citada cartera ministerial: profundización del atraso cambiario (llegó al Ministerio con el dólar a $ 25 y lo dejó en $ 19); suba del precio del gas oil hasta emparejarlo con el de las naftas; convertir la carne en un artículo de lujo inaccesible para el uruguayo común; hacerle perder a la industria pesquera uruguaya la habilitación para vender en los mercados de la Unión Europea; propiciar la extranjerización de la tierra, profundizando su concentración en cada vez menos manos; sus denodados esfuerzos por convencer a los agricultores de que volvieran al arado de mancera tirado por caballos o bueyes; sus amenazas de “escrachar” a los carniceros que no vendieran el “asado del Pepe”; sus recomendaciones a la gente para que consumiera arroz y pastas en lugar de carne y verduras; el incierto destino que se le dio a los casi U$S 20.000.000 del Programa de Apoyo a la Productividad Ganadera, que mereciera una investigación de la Auditoría Interna de la Nación.
A esta breve muestra de su innata capacidad para ocupar cargos de responsabilidad, agreguemos su corrección en el trato personal (¿cómo olvidar cuando, al grito de “¡Compañero las pindonga!” agarró al ex Ministro Aguirrezabala de la solapa y lo sacudió delante de las cámaras de televisión?), su excelente trato con la prensa (“nabos” y “chorizos” son sus epítetos preferidos para los periodistas), el respeto demostrado hacia sus compatriotas que lo ha llevado a tratar de “llorones” a los productores rurales, “viejos platudos” a los jubilados, “pelotudos”, “atorrantes”, “chanchos” y “giles” al ciudadano común.
Tengamos en cuenta también la claridad a la hora de explicar sus ideas (“Así como te digo una cosa, te digo la otra”, “No hay que avivar giles”, “La mar en coche”, “Cero bola a la gilada”), su inalterable convicción democrática (“A la Constitución nadie le da bola”, “La Constitución es un chicle”) y su honestidad intelectual, que lo llevó a confesar que: “Olfateo que el gobierno que viene va a traer viento en contra”, por lo que “Si eso se complica no es tan trágico perder” (lo que equivale a decir: “Mejor no ganar de nuevo porque con el desastre que hemos hecho el gobierno que viene se las va a ver verdes”). Sin duda que ninguno de los actuales precandidatos presidenciales puede exhibir tamañas credenciales como las del ex guerrillero tupamaro; un candidato que además, con sus 73 años de edad, simboliza la necesaria renovación generacional que nuestro país necesita para salir adelante.

Alberto Lamaita es profesor de Historia y dirigente de ALIANZA NACIONAL DE FLORIDA

Columna semanal publicada en Diario EL HERALDO, martes 5 de agosto de 2008

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