viernes, 25 de enero de 2008

Toqueteo constitucional


Los primeros 15 días del año han sido prolíficos en anuncios de reformas constitucionales. Desde el gobierno se amenaza con dos, una para instalar la reelección presidencial y la otra para llevar adelante lo que con pujos de intelectualidad se le denominó la "transformación democrática del Estado". Podría ser esta última la seda que vistiera a la mona o cualquier otra, porque lo que realmente intenta el FA es reformar la Constitución para, de contrabando, meter la reelección. En definitiva aunque la mona se vista de seda, usted ya sabe cómo queda. No obstante vale la pena detenerse un momento en esta iniciativa que lanzó el director de la OPP y que dice querer cambiar algunos aspectos del Estado. Se menciona que su horizonte ordenador es la descentralización. Si fuera así merecería un atento estudio, sobre todo por aquellos que integramos la colectividad que la ha impulsado, especialmente desde Bernardo Berro a la fecha, con el empuje que Wilson Ferreira supo darle cuando en 1986 en Santa Clara del Olimar modernizó sus postulados. Es más, si en esta iniciativa se encontrara algún aspecto que sirviera para reformar el Estado y hacerlo eficiente y ágil y no un peso que oprime al ciudadano, al trabajador y al empresario merecería su apoyo. Desgraciadamente todas las acciones de este gobierno han sido en el sentido contrario iniciando una carrera clientelística con creación de cargos de confianza política y contratos que ha aumentado la obesidad del aparato estatal. Toda esta famosa propuesta se resume a la designación de alcaldes políticos en lo que significa una extensión a nivel nacional de la triste experiencia montevideana de los Centros Comunales Zonales. Basta escuchar las quejas de los vecinos de los barrios o intentar resolver un trámite en uno de ellos para verificar que no sirven para nada, y que lo único que hacen es diluir las responsabilidades de los jerarcas que deben dar la cara y a los cuales el vecino nunca llega. Sólo en la capital esta burocracia ineficiente cuesta más de veinte millones de dólares, ¿usted se imagina cuánto nos costaría financiar la misma experiencia en todo el país? El objetivo es estrictamente partidario y con él se busca presupuestar el aparato político del partido de gobierno. Creer que la descentralización pasa por designar alcaldes políticos es tan insólito como la iniciativa lanzada por el subsecretario de Industria esta semana que, para ahorrar energía, sugería no usar corbata. Si quieren descentralización en serio que apoyen el proyecto de creación de la Universidad Nacional con sede en el interior que presentó el Partido Nacional y que el FA cajoneó. Usando como mascarón de proa algo tan sustancial como la descentralización buscan financiar cargos políticos e introducir la reelección. El partido de gobierno no pudo elegir a una persona que lo presida y, ahora, no puede encontrar a un candidato que lo represente en las próximas instancias electorales. Enfrentado a esa incapacidad política recorre el camino de buscar una reforma constitucional que esté hecha a la medida de sus necesidades electorales. Por ello estas dos iniciativas estivales de reformas se inscriben en un proyecto de perduración ilegítima en el poder y carecen, por ello, de sentido democrático. En la época de Menem había un empresario que imprimía billetes con la cara del ex presidente argentino, aquí hay algunos que quisieran que la Constitución tuviera la del suyo en la tapa.

Javier García, Representante Nacional

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