martes, 1 de abril de 2008

VOLVER AL FUTURO


Tiempo atrás, escuchando una entrevista radial al Intendente de Colonia, Walter Zimmer, refiriéndose a la guerra de las patentes, éste dijo una frase que me quedó grabada: “En política, el que se calienta pierde”.

El fallo de la Suprema Corte de Justicia declarando inconstitucional la aplicación del IRPF a las pasividades, desató las furias en filas del gobierno y del Frente Amplio.

De pronto, la Suprema Corte se transformó en el bastión de la derecha y de las fuerzas de la reacción; los docentes jubilados que presentaron el recurso de inconstitucionalidad contra el referido impuesto pasaron a ser “viejos platudos”, y los trabajadores con multiempleo (a quienes de un saque el Estado se les queda con el 10% de sus ingresos) que se quejan del despojo de que vienen siendo objeto, se han convertido en peones de la macabra conspiración montada por las fuerzas retrógradas del conservadurismo.

La paranoia alcanzó su clímax la pasada noche del 26 de marzo con motivo del acto del Frente Amplio, cuando sus principales dirigentes (muchos de ellos Ministros o ex Ministros de gobierno) salieron a agitar los cucos y demonios de la reacción (haciendo lo mismo que los políticos conservadores de antaño cuando agitaban el fantasma del comunismo para atemorizar a la gente).

Apelando al viejo discurso confrontativo de barricada, desempolvando del ropero añejas consignas preelectoralistas, los dirigentes frenteamplistas daban la sensación de pertenecer a un partido de oposición más que a un partido serio con responsabilidades de gobierno.

¡Qué contraste ofrecían esa noche de miércoles las diminutas figuras de Rafael Michellini o José Mujica, exhortando al odio, a la confrontación, a la división de los orientales, con la gigantesca figura del General Seregni cuando proclamaba: “Somos una fuerza de paz y pacificadora”, y con su conducta en vida, caracterizada por la búsqueda del consenso, del diálogo constructivo, siempre tendiendo puentes para unir en lugar de desunir!

“Quien no está conmigo, está contra mi”, parece ser la actual consigna, el grito de guerra del gobierno y del Frente Amplio.

Y asi, hoy todo el mundo se halla bajo sospecha: la Suprema Corte de Justicia (acusada de “filtrar” la información sobre el voto de sus componentes en el fallo relativo al IRPF), la prensa por hacer pública dicha votación, los partidos políticos opositores, por presionar supuestamente a la Suprema Corte, los jubilados que presentaron el recurso de inconstitucionalidad, los trabajadores activos que estudian la posibilidad de hacer lo mismo...

Como si de un retorno a los tiempos de la Guerra Fría se tratase, la izquierda criolla parece haber perdido la brújula, proclamando una santa cruzada contra la otra mitad del país que no comulga con sus ideas, pretendiendo avanzar como una topadora, negándose a entender de razones, pisoteando derechos, atizando el fanatismo de sus seguidores, creando un clima artificial de enfrentamiento entre los uruguayos.

Exasperados por el fallo de la Suprema Corte (y tal vez también por los últimos datos negativos dados a conocer por las empresas encuestadoras), los dirigentes de la izquierda criolla parecen haber emprendido, como en la famosa película de Spielberg que da título a la nota, un viaje al pasado, retrotrayendo al país a épocas que todos creíamos ya superadas.

Columna publicada en Diario El Heraldo, martes 1º de abril de 2008

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