lunes, 21 de abril de 2008

LA POBREZA EN LOS NIÑOS Y JÓVENES


Los más recientes estudios indican que, siguiendo en general la evolución económica, a partir del retorno a la democracia y hasta 1999, puede identificarse un marcado descenso de la población por debajo de la denominada Línea de Pobreza (del 40,3% al 15,3%). Ese descenso fue hasta entonces prácticamente constante.
A partir del año 2000 comienza a revertirse la tendencia, hasta alcanzar un máximo en el año 2004 (32,6%). A partir de entonces, en línea con el crecimiento económico, se da un quiebre en la tendencia, iniciándose un proceso de descenso (25,2% para el año 2006).
Sin embargo, el indicador general oculta una gran diferencia entre tramos de edad. La infancia y adolescencia registran la menor reducción y mantienen sistemáticamente el mayor porcentaje de sus integrantes en situación de pobreza, ubicándose en el año 2006 por encima del 40% para menores de 12 años y próximo al 40% para adolescentes entre 13 y 17 años de edad.
En el otro extremo, los uruguayos de 65 y más años de edad, son quienes han registrado la mayor reducción y mantienen el menor porcentaje de miembros por debajo de la línea de pobreza (7% para el año 2006), aunque todavía alejado del 3,4% registrado antes del inicio de la crisis de 1999. La situación de pobreza de los adultos mayores, disminuyó sistemáticamente, año a año, desde 1990 (15%) hasta 1999 (3,4%), producto de la reforma constitucional de 1989.
Nuestro país ha sido exitoso en alcanzar altas esperanzas de vida y en evitar la pobreza en su población mayor, con guarismos comparables a los países con mayor desarrollo humano y económico.
Sin embargo, no puede decirse lo mismo de la situación de la infancia y juventud, con todo lo que ello significa en términos de compromiso futuro y fractura social, particularmente cuando no estamos ante un hecho nuevo, sino ante una tendencia de largo plazo de no menos de tres décadas. Este es el gran desafío social del presente y futuro.
En términos de inclusión social si bien deberá generase una política a largo plazo hacia todos los sectores, hoy en Uruguay, las urgencias son los niños y los jóvenes. Todo lo que se haga para combatir la pobreza en esos segmentos deberá ser prioritario.
Algunas estrategias a considerar:
La educación como centro de políticas sociales.
La formación para la inserción laboral. El empleo es la mejor política social.
Los programas sociales desde la escuela pública.
El Uruguay se ha caracterizado por tener una larga tradición de políticas sociales desde el siglo XIX. La seguridad social, la educación y la salud de la población fueron objetivos claros de nuestros ancestros.
Hoy el flagelo y la amenaza la tenemos en la niñez y la adolescencia. Muchos de los problemas actuales vinculados a la seguridad ciudadana, o a la emigración juvenil, o el desestímulo de los jóvenes en la integración a la sociedad, tienen poca respuesta rápida. Hoy, como ayer, la educación es el elemento de amortiguación social, de promoción de la persona humana, pero, hoy más que nunca tiene una función de inclusión social, como de preparación para la inserción laboral.
Lamentablemente no hay políticas hacia la juventud, mirado desde los jóvenes, atendiendo sus problemas de deserción escolar, de exclusión, como sus necesidades de integración, de vivienda, de empleo, de formación y de recreación.
Uno de los 6 o 7 temas que los uruguayos nos tenemos que poner de acuerdo hacia el Uruguay del Bicentenario del 2025 es el de la EDUCACIÓN, y dentro de ellos el tema de POLÍTICA DE LA JUVENTUD Y DE LA NIÑEZ.
En otro artículo desarrollaremos la propuesta de la escuela pública como centro de la política de inclusión y promoción social, y la educación orientada al emprendurismo y la empleabilidad.

Mtro. Gervasio Martínez
20 de abril de 2008

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