sábado, 15 de marzo de 2008

Una multitud de jóvenes recordó ayer a Wilson

Homenajes. A 20 años de la muerte del caudillo blanco

"En menos de un año nadie se acordará de mí". Pocas horas antes de morir, Wilson Ferreira le dijo esa frase a su esposa Susana, su hijo Juan Raúl y su secretario Diego Achar. Veinte años después, se lo recuerda como el último caudillo blanco.

Con los ojos llenos de lágrimas, Juan Raúl se fundió anoche en un abrazo con los jóvenes dirigentes blancos que organizaron un marcha, que partió desde Plaza Matriz y culminó frente a la explanada municipal, donde Wilson realizó el recordado discurso la noche del 30 de noviembre de 1984, pocas horas después de ser liberado. Más de 400 personas se congregaron anoche para recordarlo.

"Wilson no dijo con pena aquella frase (de que nadie lo recordaría), sino pensando que así tenía que ser y que la vida debía continuar. Fue la equivocación más grande de su vida", aseguró Juan Raúl después del acto de anoche.

El grito de "¡Wilson, Wilson!" se escuchó fuerte en una marcha repleta de banderas nacionalistas, uruguayas y de varios sectores blancos. No estuvo el presidente del directorio, Jorge Larrañaga, ni los otros dos pre candidatos definidos: Luis Alberto Lacalle y Carmelo Vidalín. Sí los senadores Luis Alberto Heber y Enrique Antía, y los diputados Jorge Gandini, Gustavo Borsari, Javier García (de la mano de sus pequeños hijos), Álvaro Delgado, Sandra Etcheverry y Luis Lacalle Pou.

Entre bocinazos y bombas de estruendo, Juan Raúl destacaba la "magia" de Wilson: "Esa capacidad de comunicar que tenía, solamente con la mirada y con un apretón de manos". La mayoría de los jóvenes que lo rodeaban eran niños cuando Wilson murió.

PASADO. El ex senador wilsonista Alberto Zumarán recuerda como si fuera hoy aquellos días de marzo de 1988, cuando lo iba a visitar al apartamento de avenida Brasil. El 15 de marzo, un familiar de Wilson le avisó por teléfono de la muerte del caudillo. Lo primero que hizo Zumarán es pasar la noticia a otros dirigentes del partido: Lacalle y Carlos Julio Pereyra, que se encontraba en Rocha.

Después se comunicó con el vicepresidente Enrique Tarigo, con quien ya tenían acordadas las primeras medidas para el velatorio: que el cuerpo fuera a la Catedral y luego al Palacio Legislativo. Desde allí hicieron una caminata hasta el cementerio del Buceo. Hoy Zumarán cree que Ferreira Aldunate ha sido, por ahora, el último caudillo blanco: "Es uno de los grandes del partido y del país. Quizás el porvenir nos dé algunos otros. Creo que es una especie que no se ha terminado", dijo Zumarán.

ANGUSTIA. Óscar López Balestra era diputado en 1988 y fue hombre de confianza de Wilson durante el exilio. "Viví muy de cerca, y con mucha angustia, el proceso de la infame enfermedad que tuvo. Todos estábamos expectantes por cómo se iba procesando el irreversible final", contó.

Aquel proceso "fue mellando nuestra propia salud", recordó López Balestra. Para él, "todo tipo bien nacido del país tiene que haber sentido profundamente la muerte de un estadista como Wilson Ferreira Aldunate", ya que "fue más que un caudillo de una colectividad, significó una forma de hacer política" y fue "el fiscal de una nación, el hombre que volteó ministros desnudándolos en el Parlamento".

A López Balestra le indigna que "mucha gente que hoy está en el gobierno le haya faltado el respeto" al caudillo blanco. "Cuando Wilson apoyó la ley de impunidad, hasta escupitajos le tiró gente de izquierda. Igual creo que Wilson no debió perdonar a quienes habían hecho tantas barbaridades", reflexionó el ex legislador.

Marcha al son de "De poncho blanco"

Los tiempos cambian. Al frente de la marcha de anoche, una camioneta emitía una versión rockera de la canción De poncho blanco. La manifestación transcurrió entre encendidos gritos de "¡Viva la patria!", "¡Viva Wilson!", y el cántico "Volveremos, volveremos, a ser gobierno otra vez". En 18 de Julio, desprevenidos peatones observaban con interés. "Miralos, de camisa polo y pantalones pinzados", bromeó una mujer. Sin pasar a mayores, hubo un momento tenso cuando un vecino insultó desde un apartamento y otro tiró trozos de sandía. Al final, el presidente de la comisión departamental de jóvenes definió a Wilson como "el mito más grande del siglo XX" y "un hombre que cambió al Partido Nacional".

Información publicada en Diario "EL PAÍS", sábado 15 de marzo de 2008

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