martes, 11 de marzo de 2008

DERECHA E IZQUIERDA



El 9 de julio de 1789, en pleno proceso revolucionario, se reunió en Francia la Asamblea Nacional, encargada de redactar una Constitución.
A la izquierda del Presidente de la Asamblea se ubicaron los partidarios de la revolución, enemigos del absolutismo monárquico. A la derecha, los defensores de este último sistema y del retorno al antiguo estado de cosas.
Desde entonces, se ha venido utilizando el término “izquierda” para identificar a aquellos sectores partidarios del cambio y el progreso, e impulsores de la justicia social. Por “derecha” se entiende a aquellos sectores enemigos del cambio, proclives a conservar el orden existente y a gobernar a favor de los estratos superiores de la sociedad.
En Uruguay, se suele identificar a “la izquierda” con el Frente Amplio; los partidos Nacional y Colorado por su parte, formarían “la derecha”.
¿En qué se fundamenta esta caracterización?
Veamos...
No pagar la deuda externa, ser antiimperialista (léase antinorteamericano), defender el intervencionismo estatal, oponerse a las privatizaciones, defender los intereses de los trabajadores, abrazar la causa de la justicia social, luchar contra el gran capital, defender la tolerancia y el respeto a los Derechos Humanos, combatir la corrupción, eran cualidades que definían a “la izquierda”.
Por el contrario: pagar la deuda externa, ser amigo de Estados Unidos, oponerse al intervencionismo estatal, apoyar las privatizaciones, gobernar a favor del gran capital y contra los intereses de los trabajadores, practicar la intolerancia, favorecer o cobijar la corrupción, serían actitudes propias de “la derecha”.
Pues bien. ¿Qué ha hecho el Frente Amplio en estos tres años que lleva al frente del gobierno nacional?
Pagar puntualmente (y hasta por adelantado) la deuda externa, estrechar lazos con Estados Unidos (el año pasado George Bush fue huésped de honor del gobierno frenteamplista), promover la privatización de las empresas estatales y la tercerización de los servicios públicos, crear un nuevo impuesto (el IRPF) que aumentó la miseria de los trabajadores y benefició al gran capital, promover la extranjerización de la tierra, ensanchar la brecha entre ricos y pobres (lo reconoció el mismísimo Gargano), defender o tratar de minimizar hechos de corrupción, practicar la intolerancia hacia quienes opinan distinto o hacen públicas sus discrepancias con el gobierno.
A la luz de estos hechos, parece algo temerario continuar afirmando que hoy el Frente Amplio representa por antonomasia a “la izquierda” del país y que quienes están fuera de esa organización política son todos “de derecha”.
Es más; si tenemos en cuenta algunas de las posturas defendidas últimamente por los partidos tradicionales (mayor atención a la enseñanza, más recursos para la salud, oposición al IRPF, defensa de la tolerancia), bien podríamos sentirnos tentados a concluir que hoy blancos y colorados experimentan un leve corrimiento a “la izquierda”, mientras que el Frente Amplio ha seguido el camino inverso.
Como se ve, es fácil etiquetar y encasillar a la gente de acuerdo a una determinada postura asumida; pero cuando se realiza un análisis más profundo y serio de la realidad, dejando de lado dogmatismos y prejuicios, la cosa se complica, y muchas de las afirmaciones que se hacen terminan resultando absurdas, revelando la ignorancia o estrechez mental de quien las realiza.
Columna publicada en Diario "EL Heraldo", martes 11 de marzo de 2008

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