martes, 13 de mayo de 2008

VIVA EL PARAGUAY


Este fue el grito del Presidente blanco del siglo XIX Bernardo Prudencio Berro en su intento revolucionario de febrero de 1868.Conocida es la vinculación que a lo largo de la historia hijos de nuestra Patria, como el propio José Gervasio Artigas, como Bernardo P. Berro, como Luís Alberto de Herrera o como Eduardo Víctor Haedo, mantuvieron con la tierra del Paraguay, en una relación filial, romántica y preñada de actos heroicos que defendieron la dignidad del Paraguay en forma entrelazada con la defensa de esta comunidad espiritual que al decir de Wilson Ferreira Aldunate es el Uruguay.Acechos comunes, enemigos comunes, intereses comunes, hicieron que la historia de la nación guaraní estuviera en muchos capítulos emparentada con la nuestra y con la que líderes y luchadores del Partido Nacional estuvieran vinculados como por ejemplo el derrocamiento del Presidente Bernardo Berro, la heroica defensa de Paysandú de Leandro Gómez y la funesta guerra de la Triple Alianza entre 1865 y 1870 en la que el heroico pueblo Paraguayo fue barrido por intereses extranjeros y por la acción del Imperio Brasilero, del unitarismo porteño mitrista y por la triste acción de Venancio Flores pagando favores a los dos grandes vecinos para derrocar al gobierno constitucional de Berro. A ello hay que sumar después la misma participación de Luís Alberto de Herrera en la guerra que los paraguayos mantuvieron con Bolivia por los dominios del Chaco y por la obra histórica revisionista del propio Luís Alberto de Herrera que se encargo de desnudar ante la historia la tragedia paraguaya y nuestras propias culpas.Luego el Paraguay soporta durante 61 años una dictadura y una democracia a medias, gobernadas por el todopoderoso Partido Colorado.Las recientes elecciones de escasos días atrás han significado un hito en la historia paraguaya, permite terminar con el monopartidismo, abre las puertas a cambios y transformaciones sociales largamente postergadas, y aunque, ya han salido en la región algunos voceros de la izquierda que no han entendido que las realidades de cada país son propias e intransferibles y que más que vínculos de amistad, son los intereses de los pueblos los que terminan definiendo hoy los grados de relacionamiento y los tipos de relacionamientos, no nos resignamos a expresar ante esta expresión de democracia en un pueblo con tanta historia y con tanto sufrimiento nuestra alegría y nuestros mejores deseos en la nueva etapa de la democracia paraguaya. Es bueno apreciar además, que el triunfo del Obispo Fernando Lugo ha sido posible en gran medida por el apoyo del PLRA, que es el Partido Liberal del Paraguay, de larga lucha por las libertades en ese país y caracterizado por ser un partido de centro, comprometido con la defensa de la libertad, los derechos humanos y la economía de mercado. Y a su vez, los partidos definidos como de izquierda, en muy variados matices, casi no obtuvieron representación parlamentaria pese a haber apoyado al candidato ganador.Para el Partido Nacional, no puede ser ajeno el pronunciamiento del pueblo paraguayo, sus ansias de libertad, sus deseos de restaurar plenamente la vigencia de la Ley, acabar con la corrupción y con las mafias, construir una sociedad en base a la consigna de libertad con igualdad de oportunidades y defender su dignidad como Nación frente a los dos grandes vecinos, y levantar, de la mano del nuevo gobierno un horizonte más digno, más justo y de mayor cohesión social en uno de los países de América Latina con mayor grado de polarización social y de una casi inexistencia de la clase media.No quiero terminar esta nota sin recordar aquella vieja canción federal titulada La Federala, que decía más o menos así: “en tierras del Paraguay – florecía la esperanza – de ver la América unida – sin gringos que la explotaran – por eso en el tonelero – y en la heroica Paysandú – lucharon los montoneros – y cantó el urutaú” y agregaba: Artigas la quiso hacer – y Rosas la defendió – Francisco Solano López – fue por ella que murió- ¡Viva la Federación, La Santa Federación!

Por Eber Da Rosa

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