domingo, 25 de mayo de 2008

Realidad blanca


Por Leopoldo Amondarain
Convencional del Partido Nacional
"La experiencia tiene ojos de virtud", reza el viejo refrán. Y el partido blanco debe asimilar con sabiduría esta máxima. Esto dicho específicamente para mi colectividad política que ha ido aprendiendo de viejos "profilácticos" principios. Hubo una época no demasiado lejana, que nos dábamos "leña" entre nosotros como en "bolsa". Así nos fue en alguna ocasión. Wilson, aquel gran blanco, antes de irse, anunciando su muerte, les dijo a Lacalle y a Ortiz pero extensible el consejo para todos los demás: "cuando yo no esté, no se peleen. Los enemigos de los blancos no están adentro sino afuera del partido". No obstante por ahí, siempre hay algún resabiado, en política es inevitable, que ha dado y puede subliminalmente dar "manija". Y en este oficio, permanentemente proselitista, hay que tener cuidado y no olvidar ser agradecido con quien en momentos críticos salva al partido. En sus más de 170 años de existencia, en sus crisis que fueron varias por cierto, siempre hubo una reserva de caudillos, no de doctores, lo sostengo siempre, los Saravias, los Basilio Muñoz, Cicerón Marín, Herrera, Carmelo Cabrera y demás etcéteras, con banderas y principios a "lanza y bola" a rescatar y poner al "tope" a los blancos. Tenazmente volvían los doctores con sus apetitos y la historia se volvía a repetir. En la elección del 99 con el triunfo de Jorge Batlle, supimos tal vez de las peores crisis de nuestra historia. Alrededor apenas de 430.000 votos. Hubo hasta un general retirado, hoy desaparecido y que nos odiaba, que entre risas y festejos predijo que desaparecían los blancos. Logró sobrevivir para ver que su predicción fue justo al revés para su gusto de ex batllista y no sé si también masón. Como tantas veces, en un partido emocional como el blanco, surgió Larrañaga.

Recuérdese la Convención del Platense, cuando entre vivas y abrazos nos "sacudimos" la coalición con Bensión y sus "combos". Fue el "gaucho". Los doctores que perdían sus "carguetes" y canojias acuerdistas, poco menos que lloraban. ¿Se acuerdan? Se ganó la interna y tomó la "posta" del honorable. En la elección inmediata se recuperó perdiendo el Partido por la "nariz" llevando alrededor de 780.000 votos. Más de 350.000 con diferencia de la anterior. También fue el gaucho, como cabeza responsable. El Frente Amplio después de la elección nos quiso "comprar" con carguetes. Que era uno o dos, los tres cuartos o los dos quintos y demás etcéteras. ¿Se acuerdan? Incluso Astori se había puesto "espeso" con los porcentajes y el "gaucho" se fue a la cuchilla armado a guerra y los mandó a "paseo". No se aceptaron carguetes... Contra la opinión de los doctores decepcionados por la frustración... ¡Volvió a acertar y volvió a salvar al Partido! ¿Se imaginan si fuésemos responsables, aceptando la situación actual? ¡qué fiesta de recuperación se hubiese hecho Julio María y sus boy's al día de hoy. Ha hecho, contra las predicciones de muchos "contras" de la City Vieja de bufetes aristocráticos y perfumadas redacciones de rancios rotativos que se dicen partidarios, una administración digna, prolija y honorable de los intereses nacionalistas. ¡Sin discusión!. Dándole incluso un perfil de centro izquierda nacional y antiimperialista que tradicionalmente tuvimos.

No olvidar entre otros a Quijano, Carnelli, Wilson, el propio Haedo o Cusano y Erro entre muchos, contra otras corrientes doctorales conservadoras. Justo es consignar que en el Partido siempre han habido y convivido en épocas equilibradas, las dos tendencias: izquierdas y derechas. Y eso está bien y es común en todas las colectividades importantes del mundo. Y hoy podemos decir que se repite. La otra "oferta" partidaria confirma al doctor Lacalle. Fue y no es ocioso reiterarlo ¡un gran presidente! No lo afirmo yo solo por cierto. Lo afirma el propio Tabaré Vázquez que fue a pedirle consejos en su oportunidad, a su propia casa. ¡A confesión de parte, relevo de prueba! O sea, el partido blanco están en sus cuadros mayores, completito! Pero vale, y no lo digo como amigo de Larrañaga sino como blanco que desea ser objetivo, agradecido con quien "timoneó" el "barco con su quilla hendiendo las aguas embravecidas" en los malos momentos. Orientó corrientes progresistas que con la muerte de Wilson la colectividad estaba "renga". Ordenó e impulsó las organizaciones departamentales y superó con grandeza las calumnias e infamias que se esgrimieron en las elecciones anteriores en su contra, dando un ejemplo de austeridad partidaria que nos llena de orgullo de sentirnos blancos. Estamos en el preámbulo de una interna.

Se abre el espectro de razonables cotejamientos ideológicos. Y eso también es buena cosa. Cada tendencia esgrimirá sus razones y planteos y cada compañero (al decir de Aparicio) elegirá democráticamente sus preferencias. Y todo eso, es producto de una equilibrada y justa administración. Sin enfrentamientos duros ni ironías ofensivas, respetando y reconociendo a quien tuvo el mérito y talento de gobernar la colectividad del libertador Oribe.

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