sábado, 4 de octubre de 2008

Tarea Cumplida


Por Dr. Jorge Larrañaga
El 27 de setiembre es la fecha que nos hemos fijado para renunciar a la Presidencia del Honorable Directorio del Partido Nacional. Será en oportunidad de la Convención Nacional y supone para nosotros ser coherentes y consecuentes con lo que consignábamos antes –y durante- el ejercicio del mayor de los privilegios que puede recibir un blanco, como lo es ser elegido por sus correligionarios para conducir esta gran herramienta que tiene la patria, el glorioso Partido Nacional, respecto a que no resulta compatible la puja sectorial con la dirección de la colectividad.
Cumplir la palabra dada es para nosotros más que un compromiso un imperativo moral y ético que hace a nuestra manera de entender la Política, y la vida.
En las pasadas elecciones internas, el 27 de junio de 2004, nos fue depositada la confianza y la enorme responsabilidad de ser la mayoría del Partido y luego se nos confió la candidatura única a la Presidencia de la República, Convención Nacional mediante, por lo que corresponde dejar esta honrosa investidura como Presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional ante los Señores y Señoras Convencionales Nacionales.
Nos sentimos satisfechos con la labor cumplida. Logramos devolver al Partido su mística y en particular restablecer el diálogo y contacto con el ciudadano de todo el país. Nos movió el ánimo de hacer que este colectivo un instrumento nacional, hacer del Partido que fuera más Nacional que Partido.
Asumimos el desafío de conducir al Partido no con la idea de ser el nacionalista más importante, sino ser el blanco más trabajador, más dedicado y vigilante de las ideas, valores y principios de todos los blancos de nuestra rica historia.
Las circunstancias que emergieron de las elecciones nacionales de 2004, determinaron un escenario inédito en la política nacional ante el primer gobierno del Frente Amplio y en ese escenario nos correspondía posicionar al Partido con posturas claras y ejercer el rol que nos asignó la ciudadanía, ser la primer Oposición y conducirla.
Entendemos haber ejercido el rol convenientemente, siendo duros en la crítica al gobierno y constructivos y generosos con el país, haciendo honor a la enseñanza de Wilson respecto a que los blancos privilegiamos a la gente y la patria por sobre lo partidario y sectorial, “al país todo, al gobierno lo que merezca”.
En oportunidad de discutir la integración de los cargos de contralor en los entes y empresas públicas tuvimos el primer gran diferendo con el gobierno. Luego que renegaran de un acuerdo ya establecido, tornando ineficaz y estéril la posibilidad de efectivo control y un impertinente e irrespetuoso ultimátum que diera a nuestra colectividad el Presidente de la República, debimos declinar la posibilidad de integración de esos cargos. No quisimos ser decorado de un gobierno irrespetuoso que no honró el compromiso asumido porque no pretendía ser controlado. En esa circunstancia defendimos valores trascendentes para esta colectividad. No resignamos dignidad. Defendimos los valores y los principios de tantos y tantos blancos que a lo largo de la historia han aportado a esta colectividad un sentido ético que resulta para nosotros irrenunciables.
Defendimos en esa ocasión asimismo la institucionalidad de la noción de control en el Estado. La discusión no fue por cargos, sino porque eso cargos sirvieran para cumplir nuestro mandato que era controlar, sin esa posibilidad, los cargos perdían significación sustancial. Fracasaron por tanto aquellos que pretendieron avasallar al Partido.
Pudimos en esta gestión proceder a una actualización ideológica de la colectividad y se aprobó una nueva Declaración de Principios que permite insertar nuestros tradicionales y sentidos valores, principios e ideas en un escenario moderno. Nos posicionamos así en el liberalismo igualitario y solidario, entendido como la defensa de la libertad, como valor como fin en sí mismo, y la procura de una igualdad entendida como igualitario acceso a las oportunidades.
También fue modificado en este período la Carta Orgánica contemplando y dando espacio a los jóvenes. Hoy los jóvenes tienen un representante en el Directorio, y han tenido una ejemplar e histórica primera elección, donde convocaron a 55 mil jóvenes que se acercaron al Partido. Debemos saber corresponder a esa confianza. Fuimos la única colectividad política que concurrió a las elecciones nacionales con un documento elaborado por los propios jóvenes “Propuesta de jóvenes para jóvenes” que integraba la plataforma programática del Partido. Con los jóvenes el Partido con más años del mundo, gana futuro y vive un espléndido presente.
En el Directorio también tiene su espacio la Secretaría de Asuntos Sociales, la cual ha readquirido un papel cardinal en la relación del Partido con la actividad gremial y ha constituido un espacio de reflexión, pensamiento y acción enriqueciendo la propuesta del Partido. Lo sindical, algo que había sido descuidado en los últimos tiempos, ha sido revalorizado por nuestra colectividad.
Hemos creado también la Secretaría de la Mujer la cual importa un ámbito para el accionar e incorporar la óptica y perspectiva de género, un espacio de trabajo que reconoce la necesidad de un enfoque particular y que reconoce además la labor de quienes en la mayoría de las veces en forma anónima constituyen las grandes trabajadoras de la política. Este ámbito pretende ser un lugar para trabajar en procura de contrarrestar la postergación que basada en visiones anacrónicas sufre la mujer.
Pensamos que nada sustituye el contacto con la gente, con el gran destinatario de la actividad política como es el ciudadano. Por ese motivo, como en toda nuestra vida política, no sustituimos ese necesario diálogo y contacto con la gente. Hemos puesto en marcha intensas recorridas por todo el país, recorriendo barrios de Montevideo y de ciudades del interior, pueblos y villas, en una lógica de Asamblea, recibiendo las inquietudes y requerimientos de la población, en un diálogo franco y directo, llevando la visión del Partido Nacional a todos los rincones del país.
La impronta de nuestra gestión la ha marcado la unidad, entendida no como avasallamiento de los que nos tocó ser mayoría sobre las minorías, sino como resultado del diálogo y consenso, no confundiendo unidad con unanimidad ni retaceando el democrático derecho a disentir. Ese es el valor que entendemos necesitaba el Partido y necesita Uruguay, unidad construida, cimentada sobre el intercambio de todos los pareceres y visiones, utilizando la diversidad como activo de una unidad durable, real y útil. Nuestro país no resiste más continuar abrevando de las polarizaciones y las visiones maniqueas. Esa es la garantía que podemos brindar, porque solo quien exhibe unidad, puede convocar hacia ella. La unidad para nosotros no es retórica o discurso, es prédica y práctica.
Hoy nadie discute que el Partido Nacional es el gran contendor del oficialismo frenteamplista. Somos la gran alternativa nacional. Somos la alternativa positiva. Hemos guiado el Partido respetando una identidad construida durante 172 años de lucha, con desvelos, triunfos, sueños e ilusiones de blancos de todos los tiempos. Esa identidad propia nos condiciona positivamente. No somos contradicción o negación de nadie, porque quien pretende construirse como negación de algo termina tan solo siendo el negativo de ese algo, la versión opaca y triste de “otro”, pierde su identidad, se vacía la propuesta y ata su existencia a ese proceso de negar. Termina dominando la mezquindad.
Somos la alternativa positiva del país, somos alternativa por ser distintos, por tener una identidad propia, inconfundible, no asimilable a ninguna otra, con una visión y proyecto de país propios. Pero somos más que eso, somos el elemento positivo en el sistema político nacional. Eso es hoy, nuevamente, el Partido Nacional.
Con la tranquilidad de haber ejercido el mandato conferido con la mayor voluntad, esfuerzo, honestidad y toda nuestra capacidad, volvemos a la puja sectorial con el ánimo y la intención de renovar la confianza y someternos a la soberanía partidaria para reintentar alcanzar la mayoría partidaria primero y contender por la victoria en las elecciones nacionales de 2009 después, y hacer que esa victoria sea de las únicas que sirven, hacer que alcance el significado que enseñaba nuestro caudillo, hacer que valga la pena construyendo un país integrado, más justo, digno y próspero.

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