martes, 21 de octubre de 2008

SOBRE LA HERENCIA “MALDITA”



Se ha hecho costumbre en filas del oficialismo hablar de la “herencia maldita” recibida de los anteriores gobiernos “conservadores” y lamentarse por haber encontrado un país “en ruinas” donde todo estaba por hacer, haciendo lúgubres vaticinios sobre lo que nos espera en caso de un retorno de los partidos tradicionales al poder.
Reflexionando sobre estas dos afirmaciones puntuales (la “herencia maldita” y el “país en ruinas”) fue que me puse a investigar para ver cuánto de verdad encierran (limitándome a la ciudad de Florida), llegando a la conclusión de que fue justamente bajo los gobiernos de los partidos tradicionales cuando en Florida se hizo la mayor cantidad de obras, careciendo pues de fundamento el discurso oficialista.
Abordando de lleno el tema: ¿cuál fue la “herencia maldita” que a los floridenses nos legaron los gobiernos blancos y colorados a lo largo de los últimos cien años (para no abarcar los “ciento setenta años” de los que siempre habla el frenteamplismo)?.
La calzada, el servicio de luz eléctrica, el Hospital, el Mercado Municipal, el edificio del BROU, el puente de la Piedra Alta, la Enseñanza Industrial, la Plaza de Deportes, el Estadio Campeones Olímpicos, el Prado (con el rosedal, el parador, los monumentos interiores), el edificio de la Estación y el puente ferroviario, el suministro de agua potable, el hormigonado de nuestras calles, el Hogar de Varones, la represa del Prado, la pasarela, la ruta 5 nueva, el puente carretero sobre ésta (encima de la Calzada), el edificio del IMO.
Y en los gobiernos post dictadura (1985 en adelante): el nuevo Teatro de Verano, el puente sobre el Paso de los Dragones y la nueva salida de la ciudad, la represa de Paso Severino, el complejo de los funcionarios de OSE hoy convertido en centro turístico nacional, la terminal de ómnibus de la ciudad, la rambla, el Liceo 3, el CERP, la nueva ruta a 25 de Mayo, la rambla del Prado Español y el edificio de la Comisión Vecinal, los semáforos de la calle Independencia, el edificio de las calles Rodó y Gallinal, el de la Plaza Artigas, los dos sobre Independencia (frente al Liceo 2 y el del Banco Hipotecario), las viviendas para jubilados en Antonio María Fernández, el complejo OC – 10, las viviendas para los “inundados”,y así podríamos seguir enumerando obras, páginas y páginas enteras...
Como se ve, ni tan “maldita” resultó ser la herencia recibida, ni tan en “ruinas” se hallaban el país y el Departamento en el momento del acceso de la izquierda al poder. Con frecuencia, las pasiones políticas del momento nos llevan a incurrir en falsas categorizacones (el discurso oficial hoy apunta a fijar en la mente de los jóvenes que todo el pasado fue malo y debe ser borrado de la memoria). Buenos y malos los hay en todas partes y los hubo en todas las épocas. Pero meter a todos en la misma bolsa entraña una grave injusticia no sólo para las generaciones que nos precedieron sino para las actuales, a las que con mentiras y afirmaciones carentes de asidero se las priva de la memoria histórica, que toda Nación pequeña como la nuestra (por una sencilla razón de supervivencia) debe tratar justamente de preservar.
Alberto Lamaita es profesor de Historia y Dirigente de Alianza Nacional de Florida
Columna semanal publicada en Diario EL HERALDO, martes 21 de octubre de 2008

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