sábado, 25 de octubre de 2008

Nuevos liderazgos para nuevos desafíos


Los tiempos que vivimos, de cambios cada vez más vertiginosos, acelerados e interrelacionados, conforman una realidad compleja y dinámica a los que la Política debe acompasar.
Esa realidad genera nuevas demandas, confluye en nuevos problemas; pero podemos convertir esos requerimientos en nuevas oportunidades. Para ello debemos asumir que existe una necesidad, un nuevo liderazgo.
Un Uruguay moderno pide un liderazgo con nuevas dimensiones, con cualidades distintas a las que eran suficientes en el pasado.
Ahora se precisan nuevas ideas, sustentadas sobre principios, valores y tradiciones que nos dan sentido e identidad, pero a la vez, capaces de interpretar y conducir al país entre los caminos de la renovación, el cambio y la innovación.
Hay cuestiones, problemas, que como país debemos afrontar, que no admiten más dilaciones.
Necesitamos educación, trabajo y oportunidades, y que sean condición de justicia, equidad y felicidad pública.
No podemos con anclas del pasado, detenernos en el presente y evitar dirigirnos al futuro.
Es cierto que domina en algunos ámbitos la pretensión de romper la línea temporal, un afán por prolongar el pasado, en lugar de construir presente y proyectar futuro. Pero también hay certeza en que hay en el sistema político nacional quienes queremos otra cosa.
Nosotros, desde Alianza Nacional nos sentimos futuro. Queremos construir un país moderno, compatible con el mundo y con sus acelerados cambios, queremos emprender las transformaciones verdaderas y concretas que necesita nuestro país.
Durante las últimas décadas se asoció a las tareas que como país tenemos pendientes con lo imposible. Se disfrazó como utopía lo que era incapacidad de los responsables de turno.
Nosotros queremos asumir con responsabilidad esos proyectos pendientes, con perspectiva de futuro.
No vamos a utilizar ni un minuto en discutir presente contra pasado, porque esa discusión no va a mitigar los problemas de la desocupación, de la pobreza, de la falta de oportunidades.
Horas de discusión sobre el pasado no sacarán a ninguno de 2000 niños que viven en situación de calle en el área metropolitana, no evitará que la mitad de los menores de 12 años nazca pobre, no devolverán a sus puestos de trabajo a los que hoy están en Seguro de Desempleo, no harán sentir más seguros a los uruguayos, no reducirán la inflación, no nos otorgará el blindaje necesario frente a la crisis financiera internacional ni harán que los que emigraron retornen.
Hacer del presente un resurgimiento del pasado y no una plataforma hacia el futuro puede ser un grave error histórico que condicione negativamente el desarrollo de las nuevas generaciones.
Nosotros somos futuro. Queremos ser parte del proceso de construcción nacional.
Somos de este tiempo.
El Uruguay de hoy tiene muchos problemas repetidos, pero también enfrenta varios desafíos nuevos. Ante esos nuevos problemas se requieren nuevas soluciones.
En estos tiempos se requiere responsabilidad, se requiere diálogo para a partir de ello delinear el rumbo, se requiere equipo; pero también se requieren ideas renovadoras, y ante todo, se requiere un liderazgo ético, decidido, un liderazgo con audacia.
En nuestro sector político tenemos equipo, tenemos ideas renovadoras, hemos demostrado tener capacidad de diálogo, y estamos dispuestos a asumir ese liderazgo con audacia.
Estamos dispuestos a asumirlo porque nos rebelemos contra la resignación. Una forma de resignación es debatir el pasado. Una forma de eludir los problemas y no asumir los errores, es debatir el pasado.
Uruguay necesita otra cosa, nosotros queremos otra cosa para nuestro país.
Queremos un País moderno, con una sociedad pujante, orgullosa de sus logros y progresos. Queremos una clase media ancha, con un empresariado nacional que sea el motor del crecimiento, un sector privado que genere trabajo y trabajadores con oportunidades de salir adelante en base a su esfuerzo.
Queremos un sistema educativo que construya independencia y libertad para nuestros hijos, sobre la vigencia de valores que se impregnen al país, a su gente, que permita elevarnos sobre la mediocridad y la vulgarización en esta suerte de relativismo de los valores. Queremos educación en valores, pero también educación técnico profesional adecuada a las exigencias de un mundo que evoluciona mucho más rápido que nuestras estructuras lentas y burocráticas. Educando hacia el futuro pero generando cimientos sólidos.
Queremos diseñar políticas sociales orientadas a la dignidad de las personas, administradas desde una escuela pública que cumpla diversos roles y sea centro de la comunidad. No nos afiliamos a la dádiva, creemos en la necesidad de exigir contrapartidas. Creemos en promover y asociar el trabajo y la educación como centro de políticas sociales de modo de hacerlas inclusivas evitando caer en el error -y la injusticia- de estatizar y salarizar la pobreza, que genera y consolida la dependencia.
Creemos que en la revolución del trabajo y la educación como medio sustentable de crecimiento y generación de oportunidades e igualdad.
Debemos construir el Uruguay de la producción, del trabajo, de los servicios, teniendo especial cuidado de no limitarnos a ser exclusivamente patria financiera, porque ya sabemos que basta el viento de una crisis para arrasar con la justicia, el trabajo y las oportunidades de una sociedad.
Queremos un estado eficiente, al servicio de la gente. Administrando responsablemente los recursos públicos, los recursos que todos los uruguayos esforzados pagan con sus impuestos.
Queremos asumir la responsabilidad de construir un país mejor.
Somos capaces de enfrentar las demandas éticas que este nuevo tiempo reclama, priorizando al ser humano como el centro de las decisiones públicas y tenemos la audacia para llevar a cabo los imprescindibles cambios y devolver a la sociedad uruguaya nuestro sentido de superación como nación.

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