miércoles, 8 de octubre de 2008

Se fue... pero vuelve pronto de presidente


Por Leopoldo Amondarain 
7/10/2008
Este fin de semana se concretó, como estaba previsto, la renuncia al honorable de su presidente, el doctor Larrañaga. A riesgo de que algún "imbécil" se fastidie porque como blanco ponderemos su gestión denostándonos, en esta oportunidad específica hay un hecho muy significativo. No soy yo el que pondero por amistad sino que los elogios han llovido por unanimidad de todo el Partido. El propio doctor Lacalle, su principal y natural rival, en la interna, reconoció con grandeza y caballerosidad los éxitos logrados desde el tiempo en que le tocó timonear el barco nacionalista, "hendiendo su quilla mejor en aguas embravecidas", al decir de Herrera, que le cupo a la presidencia del doctor Larrañaga.
Del "pique" cuando con actitud soberbia y autócrata el Frente por instancia de Astori, ofreció a las minorías, en el caso los blancos, una representación en los Entes y Servicios, menor que la que correspondía. Y Larrañaga, con dignidad y desprecio rechazó las ignominiosas migajas. Recuérdese el rompimiento de la coalición con Jorge Batlle y Bensión anterior que inició el despegue político de Alianza Nacional. También señaló Lacalle la creación y organización de la Comisión de la Mujer, como el congreso y elección por voto secreto del Directorio de la Juventud, futuro natural del Partido, que con éxito reconocido llevó 56.000 votantes jóvenes. Pero, particularmente impuso una impronta de unidad en un Partido que tantas y tan traumáticas divisiones en el tiempo ha tenido y sufrido. Si bien contó con la cooperación y conciencia colectiva que consensuó ese criterio por todo el resto de la dirigencia, se hizo bajo la tutela, influencia y decisión de su presidencia. O sea, cerró un capítulo, que recibió al comienzo de su mandato, después de una debacle como fue la elección del balotaje entre Vázquez y Batlle, donde quedó tercero con magros resultados electorales. Y en cinco años escasos se recuperaron casi 400.000 mil votos y hoy se tiene la posibilidad real de ganar las próximas elecciones. Se entrega una colectividad renovada, ideológicamente equilibrada y unida en forma tan necesaria a enfrentar cualquier evento electoral, siendo confiable y creíble. ¿Qué otra cosa se le puede exigir razonablemente? Se comienza una nueva etapa. Gane o pierda quien sea habrá balotaje. Es una realidad. O sea, las actitudes soberbias de un Astori creyéndose dueño del escenario absoluto, no se vuelven a dar. Es necesaria la gente de diálogo, como siempre fueron los blancos, que tienen experiencia y oficio en el arte de gobernar (el propio Tabaré lo reconoció en su visita a Lacalle), balanceando y compartiendo los planteos de las minorías. Minorías que siempre respetamos y hasta se hicieron revoluciones cruentas, por sus representaciones legítimas. Que se queden tranquilos tanto Astori como el Frente, que el Partido Nacional que hizo la Patria, no cometerá y jamás lo hizo, emborracharse sintiéndose absoluto en el poder, negándole o minimizando la representación de esa minoría política razonable. Los blancos somos distintos. Un gobierno ya sea de alianza, el Herrerismo o Vientos Nuevos de Vidalín, se hará en diálogo abierto con los mejores ciudadanos de las colectividades todas. Larrañaga lo ha dicho y comprometido su palabra.

Se gobernará con los mejores aunque provengan de otras tiendas. Eso es democracia.

La Patria es de todos y no de un partido único como en la Rumania de Ceausescu, la Unión Soviética de Stalin o la Cuba fidelista. Será otra etapa que tendrá que cumplir el Partido Nacional, cumpliendo sus principios básicos propios y nacionales. En la Convención su presidente la dejó democráticamente sellada.

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