martes, 14 de octubre de 2008

Los dos modelos


En las próximas elecciones los uruguayos elegirán entre dos modelos de país. Uno que claramente se identifica con una lógica política agotada, y otra que pretende renovar y oxigenar el sistema político nacional.
Alianza Nacional representa el elemento nuevo de la política nacional, simbolizando la real y verdadera alternativa de cambio. La confrontación como sistema y método no resulta viable para instalar definitivamente al país en el siglo XXI.
El Frente Amplio, contra toda suposición previa a su gobierno, representa el continuismo. Continuismo de confrontación y división, continuismo de una visión de país si soluciones.
La migración sigue sin dar respiro. Nuestras familias son desintegradas sin que se vislumbre ninguna medida concreta del gobierno que revierta el proceso de “exportación” de uruguayos.
Los uruguayos seguimos siendo socios en las deudas pero no socios en las ganancias. Sobre un proceso de bonanza económica que cabalgaba sobre circunstancias internacionales favorables, el país, sobre los uruguayos debimos soportar el proceso fiscal más duro de los últimos tiempos.
Se castiga al que más trabaja, al que más produce, y en modo alguno al que más tiene. Sobre la clase media reposa toda la solidaridad que el gobierno pretende ofrecer. A los más pobres se castiga doblemente, con el IVA y con la inflación.
El Frente Amplio no sólo no revirtió sino que agudizó la brecha de desigualdad entre los uruguayos. Hoy los más ricos son más ricos y los pobres son más pobres. En definitiva, castiga el progreso en aras de un supuesto progresismo. Los prejuicios ideológicos de la izquierda llevan a igualar para abajo en lugar promover la superación y el esfuerzo como valor de la sociedad.
Las promesas de la izquierda uruguaya venían con letra chica. Nada era como lo decían. Iban a pagar más los más ricos pero la que pagó fue la clase media; el país productivo era sólo un slogan; la afinidad ideológica con los países vecinos era enfrentamiento; la Reforma del Estado, pretendida madre de las reformas, aún no llega; la inseguridad pública condiciona el sentido de libertad y la calidad de vida de los uruguayos; los niños en condiciones de calle son 2000 sólo en el área metropolitana.
Hay más de 120 mil jubilados y pensionistas que luego de toda una vida de trabajo ganan menos de 4000 pesos. El 23 % de los menores de 29 años no trabaja ni estudia, el 63% de los niños de hogares pobres deserta del sistema educativo resintiendo sus posibilidades de progreso y movilidad social.
A cada promesa electoral del Frente le siguió un desengaño. Llevamos 3 años y medio de tiempo perdido.
El Frente Amplio ha hecho de la excusa un método de justificación para sus fracasos. El “otro”, ya sea la Oposición, o los gobiernos neoliberales o la derecha o los medios de comunicación
Los uruguayos en las próximas elecciones deben optar entre 2 maneras de hacer y entender la Política. Entre quienes utilizan a la gente para llegar al poder y aquellos que pretendemos que el poder se maneje en función de las necesidades de la gente. Es el sentido ético de la función política, priorizar el lado humano de la gestión del poder.
Supone restablecer la credibilidad en el sistema a partir del buen funcionamiento del propio sistema. Implica que lo que importe sea resolver las demandas y los problemas de la gente. Entender que primero es la gente.
Nosotros pretendemos conducir un proceso de renovación, que parte no sólo desde lo generacional sino principalmente desde lo ideológico. Tenemos ideas nuevas, para modernizar al Estado y al País, estimulando el progreso desde el esfuerzo personal.
Queremos superar las falsas dicotomías, los falsos planteos de contradicción. La opción no es libertad o igualdad, no es crecimiento o distribución, no es seguridad o legalidad; Uruguay necesita todo eso.
Es posible la construcción de un país de oportunidades, de crecimiento y de justicia. Oportunidades para los jóvenes, donde tengan opciones reales de progreso personal, donde haya educación adecuada a los desafíos del siglo XXI. Podemos construir un país donde crecer no implique emigrar, donde la esperanza este en quedarse y no sea irse.
Queremos desarrollar una concepción de ciudadanía de derechos y deberes que nos dé un sentido de continuidad, que nos dé identidad como lo que somos, uruguayos, todos, sin distinción que valga.
En este barco vamos todos, nadie tiene más derecho que otro en la tarea de hacer una país mejor, más justo, más prospero y feliz.

Extraído de LA DEMOCRACIA Nº 35, vienres 11 de octubre de 2008.

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