martes, 28 de octubre de 2008

LATORRITOS PROGRESISTAS


Sorpresivamente, el tema de la reelección presidencial ha vuelto al tapete, y no por obra de los partidos políticos de oposición sino del propio Frente Amplio, que desesperado por los números negativos que arrojan las encuestas (todas dan por descontado el ballotage) y ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo los distintos sectores para llegar a una fórmula de consenso, vuelven a arremeter contra la Constitución (que en su artículo 51 prohíbe la reelección presidencial), poniendo al país y a los uruguayos de rehenes de sus diferentes intereses e incapacidad para resolver un tema que se solucionaría de forma tan sencilla dejando votar libremente a la gente.

El puntapié inicial para reflotar el tema lo dio el propio Presidente Vázquez cuando, en un reportaje concedido al periodista Gabriel Pereyra en VTV, al preguntarle éste sobre si la reelección estaba “muerta”, el Presidente respondió con ambigüedad: “Ni ratifico, ni rectifico. Yo ya me expresé públicamente” (semejante al “como te digo una cosa te digo la otra” de Mujica).

Tal respuesta pareció ser el “amén” presidencial para que en varios Departamentos del país (incluído Florida) surgieran comités “pro reelección presidencial”, que usan sin tapujos la imagen del Presidente con meros fines electorales (porque al fin y al cabo, pese a los slóganes pomposos, de lo que se trata en definitiva es poder seguir “prendidos a la teta” ha como de lugar por otros cinco años más).

Pero si los reeleccionistas actúan con irresponsabilidad (por no decir al margen de la Constitución), la culpa mayor la tiene el propio Presidente, que permite (con su displicencia cómplice) que se use y abuse de su imagen, cuando el artículo 71 de la Constitución (inciso 5°) establece que el Presidente de la República no podrá “intervenir en ninguna forma en la propaganda política de carácter electoral” (¿qué otra cosa hace el Presidente al permitir que se utilice su imagen en los afiches que impulsan su reelección?)

De 1985 a esta parte (año de la restauración democrática) ha existido una especie de acuerdo no escrito entre los partidos políticos para salvaguardar la estabilidad de las instituciones democráticas y la vigencia de la Constitución, y que se vino respetando hasta hoy.

Sin embargo, desde que el Frente Amplio se convirtió en partido de gobierno, mandó al traste dicho acuerdo, abusando de sus mayorías parlamentarias para aplanar a la oposición, llenando los Directorios de los Entes autónomos con gente de su partido, distribuyendo con discrecionalidad los dineros públicos (en la última Rendición de Cuentas se retacean los recursos al Tribunal de Cuentas y a la Corte Electoral, donde están representados todos los partidos políticos), y permitiendo ahora que algunos trasnochados arremetan contra la Constitución (ni a Sanguinetti, ni a Lacalle, ni a Batlle, se les ocurrió nunca plantear el tema de su reelección).

Como ocurre en los países del Cono sur donde gobiernan partidos “progresistas” (Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina), desgarrados por las luchas intestinas provocadas por la ambición del gobernante de turno, el Frente Amplio parece querer embarcar al Uruguay por el mismo camino: el camino del odio, de la confrontación, de la división, que uno creía ya superados.

En fin...

Sigue dando latorritos el tiempo.
Alberto Lamaita es profesor de historia y dirigente de Alianza Nacional de Florida
Columna semanal publicada en Diario El Heraldo, martes 28 de octubre de 2008

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