La gran prioridad que debe tener nuestra sociedad es mejorar la calidad de la educación.
Los tiempos actuales generan nuevas demandas, nuevos requerimientos de formación e información. La posibilidad de generar y trasmitir conocimiento es el aporte principal que una sociedad puede otorgar a las nuevas generaciones. Debemos educar a nuestros hijos para el nuevo milenio. .
Pertenecemos a una generación que pudo recibir una educación de buena calidad, caracterizando al país, motivando el orgullo nacional y más importante, creadora de oportunidades; en base al esfuerzo personal se podía acceder a nuevas y mejores posiciones. El nuestro es uno de esos casos. Somos producto de la enseñanza pública de este país. Escuela Pública, Liceo y Universidad Pública nos han permitido acceder al título de Abogado. Este camino fue transitado por muchos de mi misma generación.
La enseñanza pública no tenía nada que envidiarle a la privada.
Hoy la situación es otra. La educación pública presenta una multiplicidad de carencias; desde lo edilicio, hasta la sobrepoblación de alumnos, el ausentismo docente y la falta de recursos didácticos. Estas y otras son las insuficiencias con la que nuestros maestros y profesores deben convivir; solo el esfuerzo y dedicación de los docentes logra mitigar todas estas circunstancias.
Sin embargo, a pesar de la tarea de nuestros docentes, la brecha de calidad entre la enseñanza pública y privada, aumenta.
Como sociedad no nos podemos permitir “condenar” a unos y “salvar” a otros por provenir de familias de distintas posibilidades económicas. Aspiramos a una sociedad justa y solidaria, donde cada uno pueda ser responsable de la construcción de su destino, en base a sus méritos, al esfuerzo de sus capacidades. No queremos escuelas de pobres y otras de ricos; no podemos permitir que algunos “compren” su destino, sino que debemos lograr que todos lo puedan construir con igualdad de oportunidades.
Este es el gran objetivo de la sociedad, y para generar esa igualdad de acceso a las oportunidades la educación juega el rol principal.
Es tan relevante el propósito que supone superar a las visiones cortoplazistas, los enfrentamientos partidistas y los corporativismos. Se impone un acuerdo nacional sobre educación, una verdadera política de Estado. El modelo del sistema educativo condiciona la propia conformación de la sociedad. Debemos estar todos convocados a esa tarea.
Elegir un camino diferente, optar por construir un sistema de educación en sin escuchar a todos, sin permitir opinar e incidir sobre él, es un error en la estrategia de país que debemos generar.
El proyecto de ley del Poder Ejecutivo es negativo en forma y sustancia. Carece de una concepción integral del sistema educativo, vulnera la autonomía de la enseñanza y el principio de laicidad, priorizando una puja de poder al interior del sistema. Es malo en su forma por desconocer el sentido nacional del tema.
No permaneceremos estáticos frente a los intentos por parcializar a la educación. El Partido Nacional recurrirá a todos los instrumentos que la Constitución y la ley brinden para defender la visión nacional de la educación.
Apelamos a que el oficialismo revise su posición. El unilateralismo, el exclusivismo aplicado sobre una cuestión tan delicada como la educación de nuestros hijos, no tiene justificación alguna.
Pensamos a la educación como el diferencial de la sociedad uruguaya; una sociedad equitativa, solidaria e igualitaria en el acceso a las oportunidades. Pretendemos que sea la educación el gran instrumento de justicia social, habilitando a la verdadera libertad, la de construir uno mismo el destino de su vida.
Dr. Jorge Larrañaga
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