sábado, 12 de julio de 2008

El próximo desafio de los partidos politicos: la auténtica renovación


Por Beatriz Argimon
Nunca en los últimos años se hace más necesario que en estas internas, en estas elecciones nacionales y en estas elecciones departamentales que se avecinan, además de proclamar los renovación en los discursos, se proceda en consecuencia.
En efecto, ya hemos ensayado en más de una oportunidad el mecanismo electoral en las internas, las proclamaciones en las convenciones partidarias de los candidatos y la competencia en un régimen que puede culminar en segunda vuelta.
A esta altura se puede observar que la renovación anunciada no ha llegado, por lo menos en términos medianamente perceptibles.
Pero ¿qué significa la renovación desde mi perspectiva?, ¿es solamente la existencia de cuadros dirigentes más jóvenes?, ¿es incluir gente joven en las listas a la Convención y a las legislativas nacionales o departamentales?, ¿es mantener elecciones de jóvenes para mantener activo al Partido en el sentir de nuevos cuadros? En realidad, la renovación real debe considerarse desde varias perspectivas. En verdad lo que debemos realmente cuidar en primer lugar es que existan todas las herramientas para una democracia real. Por ello en los diferentes espacios de decisión partidaria a nivel nacional o departamental y aún sectorial, se hace cada vez más necesario que coexistan primero la mirada confluyente de mujeres y hombres, primer gran corte de una sociedad.
No puede seguir sucediendo lo que hasta el día de hoy acontece: ¿quiénes mandan en los ejecutivos de los partidos políticos: Partido Nacional 15 miembros en el Directorio =15 hombres, Partido Colorado 15 miembros en el Comité Ejecutivo = 14 hombres y 1 mujer, Mesa Política del Frente Amplio, 28 miembros, sólo 4 mujeres.
Con este panorama se observa en las cúpulas de los partidos políticos uruguayos pese a los discursos de dirigentes de subsanar este tema de la falta de equidad, que no se llevó a cabo en la última elección y quedó en el mero discurso. Acá: no existió la renovación. No puede existir un partido auténticamente democrático con "sola la mirada masculina donde se decide". Otro aspecto de la renovación conlleva también a la necesidad de la coexistencia del intercambio intergeneracional en la construcción de todos los órdenes de la vida partidaria y por ende también en los ejecutivos.
Si rápidamente observamos las cúpulas partidarias, claramente las generaciones más jóvenes no están presente donde se decide y generalmente son visibles las generaciones mayores en los lugares donde se maneja el poder partidario. Una rápida mirada a la conformación del Parlamento Nacional y al gabinete ministerial, salvo excepciones, se observa la inexistencia del intercambio intergeneracional en dichos poderes con el predominio claro de la generación de los 50 en adelante.
Asimismo, idéntico panorama acontece a nivel de gobiernos municipales. ¿A qué conlleva esta situación a niveles concretos de confección y ejecución de políticas? Frente a un mundo globalizado, con tiempos acelerados, ¿no sería importante que las nuevas generaciones tuvieran una mayor presencia en todos los órdenes de decisión?
Obviamente, los partidos políticos uruguayos, sin distinción, precisan iniciar un proceso ágil de oxigenación de sus estructuras viejas, pesadas y elitistas.
Siempre los mismos nombres en el manejo del poder partidario y en el poder político, el techo de cristal que no termina de romperse para las mujeres y tampoco para los jóvenes que se encuentran en número importante en la base de los partidos pero que desaparecen de los lugares estratégicos de manejo de poder partidario y político. Por eso se hace indispensable pensar en términos de calidad de democracia y por tanto abrir las estructuras políticas "a todo nivel".
Por supuesto, este no es un tema sencillo y no lo es porque obviamente en el mundo del poder político confluyen muchos intereses y por tanto, los códigos que se manejan en este mundo de poder son manejados por unos pocos y los demás se alinean. No dudo en afirmar que este cierre de las estructuras y la conformación mayoritaria de miradas parciales en el poder es lo que ha ido desprestigiando al sistema. La población siente a los integrantes del sistema político lejos de representarlos en sus intereses y lejos de ser quienes colaboren en una mejora de su calidad de vida. Es más, suelen sentirse utilizados exclusivamente en instancias electorales cuando se busca el voto y luego abandonados en atención y conducción. Por eso la vida de la gente ya no pasa por concurrir a los comités o sedes partidarias y además de informarse y militar para incidir, por el contrario se sienten utilizados y que pierden su tiempo que por supuesto es por demás precioso. Por tanto ¿no estamos arriesgando demasiado, anteponiendo intereses que llevan a cuidar lugares antes que cuidar y anteponer la calidad de nuestra democracia.
Ningún dirigente político del siglo XXI puede mirar para otro lado frente a la responsabilidad que se tiene de cuidar el sistema, debe cuidar los equilibrios que existen en la sociedad, atender los reales problemas de la ciudadanía y por sobre todo sentar las bases del Uruguay del siglo XXI con políticas de Estado que hoy son urgentes y que precisan por lo tanto ser negociadas con altura por la dirigencia, todas las partes.
Por estos tiempos ya empezamos a observar alineamientos internos en los partidos pero por ahora no hemos escuchado propuestas concretas de quienes lideran los mismos respecto a la modernización partidaria, de pronto, sin más, llegó el momento de las generaciones intermedias de tomar riendas en el asunto y avanzar en los cambios, los tiempos que vienen lo exigen y el Uruguay precisa ser pensado con otras cabezas.

No hay comentarios: