miércoles, 9 de julio de 2008

El valor de la libertad



Por Dr. Jorge Larrañaga


La pasada semana conmocionó al mundo la liberación por parte del Ejército Nacional de Colombia de Ingrid Betancourt, junto a tres soldados estadounidenses y 11 colombianos, tras más de seis años de cautiverio. Más allá de los detalles de la operación militar que desembocó en esas liberaciones, lo relevante es destacar su éxito, y el haber posibilitado el reencuentro de esas 15 personas con sus familias.
Asimismo expresamos la esperanza en que la paz se aproxime a Colombia y los diferendos se resuelvan y procesen en paz mediante la articulación política, renunciando al uso de las armas y la violencia, que afectan primordialmente a un pueblo inocente y que sufre la crueldad que el conflicto armado genera.Nos sumamos a la Comunidad Internacional en el reclamo firme a las FARC para que renuncien a continuar practicando la violencia, y faciliten la liberación de aquellos a quienes aún mantienen como rehenes.
Como integrante de una colectividad que le atribuye a la libertad un valor supremo, estas liberaciones nos llenan de beneplácito, y nos sirve de base para reflexionar sobre este concepto.
La libertad, usualmente entendida como la facultad que tiene el ser humano de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo, involucra la posibilidad de elegir. Como señalaba Octavio Paz, “la libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: si o no.
"El no poder obrar de acuerdo a esa voluntad constituye la peor de las limitantes, y condiciona nuestro desarrollo en plenitud como personas.
En el caso de los rehenes, la limitante por la fuerza de su libertad física es uno de los ataques más graves a los derechos humanos.
La física es la más básica noción de libertad, y su privación injustificada la forma más grosera y brutal de atacar la dignidad de una persona; pero existen otras limitantes, las de índole económica que también condicionan y limitan el desarrollo del individuo.
Concebimos a la libertad no solo como disponibilidad para actuar de acuerdo con sus propias aspiraciones, no solo intentar lo que se quiere sino asociada a la posibilidad de lograrlo, dando un sentido integral a la libertad, generando la posibilidad que cada uno se construya su propio destino.
Ser verdaderamente libre supone más que lo meramente físico. Necesitamos como individuos la posibilidad de un desarrollo pleno que no se agota en la libertad física sino que la presupone, demandando reales oportunidades, igualdad en el acceso a las mismas de modo de poder construir libertad.
Esta idea de libertad autosustentable es lo que hace que la vida pueda resultar una experiencia digna.

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