Días atrás leíamos en EL HERALDO la propuesta del diputado frenteamplista Alvaro Vega referente a boicotear a la Unión Europea por la reciente aprobación de la denominada Directiva Retorno.
La idea consiste en rechazar las invitaciones de carácter oficial que desde el Viejo Continente se hacen a los parlamentarios uruguayos para participar en diferentes eventos, haciéndoles de esa manera sentir a los europeos el rechazo que su actitud hacia los inmigrantes genera en los uruguayos.
Compartimos plenamente la propuesta del Representante Nacional y, es más, sugerimos hacerla extensible a otros países que, de una u otra manera, ofenden el orgullo y la dignidad nacionales.
Por ejemplo, rompamos relaciones diplomáticas con Argentina, que desde hace tres años mantiene cortados los puentes sobre el río Uruguay; hagámosle el boicot a Brasil, que en sus prácticas comerciales perjudica siempre a los países más pequeños del MERCOSUR; que nuestros legisladores no hagan más viajes a Venezuela, que nos regaló un placard electrónico defectuoso para el Estadio Centenario y nos trae a cuento desde hace años con el petróleo barato; no hagamos más negocios con los Estados Unidos en protesta por las ocupaciones militares de Irak y Afganistán, el bloqueo económico a Cuba, los planes desestabilizadores en Bolivia, etc, etc.
Boicoteemos a Ecuador, por habernos empatado de visitante en la última fecha de las Eliminatorias y, ya que de fútbol hablamos, que nuestra selección no vaya a jugar al próximo Mundial de Sudáfrica, porque los blancos de aquel país son racistas.
Que nuestro gobierno no haga más viajes a Israel (en solidaridad con los palestinos) ni a Corea del Sur (por mantenerse separada de Corea del Norte). Rompamos relaciones con China, porque en ese país tienen la mala costumbre de comer perros; no le vendamos más carne a Rusia, en solidaridad con la república de Georgia. Hagámosle el vacío a Bolivia porque allá son todos “narcisistas” (como acaba de descubrir la Mesa Política del Frente Amplio de Florida); que PLUNA no haga más vuelos a La Meca, porque la familia de Bin Laden vive en Arabia Saudita, y que mantenga la suspensión de los vuelos a Madrid, para que los españoles sientan nuestro desprecio.
No aceptemos los millones de euros que nos llegan frecuentemente desde la Unión Europea para financiar planes de desarrollo y digámosle a los finlandeses de Botnia que levanten la planta de Fray Bentos y se manden mudar (y, por supuesto, negémosle el permiso a la pastera española Ence para invertir en el país).
No aceptemos tampoco las decenas de millones de dólares de las remesas que año a año nos envían nuestros compatriotas radicados en el primer mundo.
Que Giachetto y Riviezzi no hagan más viajes a Canadá, en solidaridad con la minoría francófona de aquel país, oprimida por la mayoría anglófona.
Eliminemos el castellano como idioma oficial y adoptemos el quechua o el guaraní (verdaderas lenguas nativas) y cambiémosle el nombre al continente (Américo Vespucio era italiano).
En fin...
Rompamos relaciones con todo el mundo y convirtámonos en la Cuba del Río de la Plata (en lugar de la europea Suiza de América); un país cerrado y aislado del mundo, con su dignidad incólume. Total, si de proponer ideas delirantes se trata...
La idea consiste en rechazar las invitaciones de carácter oficial que desde el Viejo Continente se hacen a los parlamentarios uruguayos para participar en diferentes eventos, haciéndoles de esa manera sentir a los europeos el rechazo que su actitud hacia los inmigrantes genera en los uruguayos.
Compartimos plenamente la propuesta del Representante Nacional y, es más, sugerimos hacerla extensible a otros países que, de una u otra manera, ofenden el orgullo y la dignidad nacionales.
Por ejemplo, rompamos relaciones diplomáticas con Argentina, que desde hace tres años mantiene cortados los puentes sobre el río Uruguay; hagámosle el boicot a Brasil, que en sus prácticas comerciales perjudica siempre a los países más pequeños del MERCOSUR; que nuestros legisladores no hagan más viajes a Venezuela, que nos regaló un placard electrónico defectuoso para el Estadio Centenario y nos trae a cuento desde hace años con el petróleo barato; no hagamos más negocios con los Estados Unidos en protesta por las ocupaciones militares de Irak y Afganistán, el bloqueo económico a Cuba, los planes desestabilizadores en Bolivia, etc, etc.
Boicoteemos a Ecuador, por habernos empatado de visitante en la última fecha de las Eliminatorias y, ya que de fútbol hablamos, que nuestra selección no vaya a jugar al próximo Mundial de Sudáfrica, porque los blancos de aquel país son racistas.
Que nuestro gobierno no haga más viajes a Israel (en solidaridad con los palestinos) ni a Corea del Sur (por mantenerse separada de Corea del Norte). Rompamos relaciones con China, porque en ese país tienen la mala costumbre de comer perros; no le vendamos más carne a Rusia, en solidaridad con la república de Georgia. Hagámosle el vacío a Bolivia porque allá son todos “narcisistas” (como acaba de descubrir la Mesa Política del Frente Amplio de Florida); que PLUNA no haga más vuelos a La Meca, porque la familia de Bin Laden vive en Arabia Saudita, y que mantenga la suspensión de los vuelos a Madrid, para que los españoles sientan nuestro desprecio.
No aceptemos los millones de euros que nos llegan frecuentemente desde la Unión Europea para financiar planes de desarrollo y digámosle a los finlandeses de Botnia que levanten la planta de Fray Bentos y se manden mudar (y, por supuesto, negémosle el permiso a la pastera española Ence para invertir en el país).
No aceptemos tampoco las decenas de millones de dólares de las remesas que año a año nos envían nuestros compatriotas radicados en el primer mundo.
Que Giachetto y Riviezzi no hagan más viajes a Canadá, en solidaridad con la minoría francófona de aquel país, oprimida por la mayoría anglófona.
Eliminemos el castellano como idioma oficial y adoptemos el quechua o el guaraní (verdaderas lenguas nativas) y cambiémosle el nombre al continente (Américo Vespucio era italiano).
En fin...
Rompamos relaciones con todo el mundo y convirtámonos en la Cuba del Río de la Plata (en lugar de la europea Suiza de América); un país cerrado y aislado del mundo, con su dignidad incólume. Total, si de proponer ideas delirantes se trata...
ALBERTO LAMAITA ES PROFESOR DE HISTORIA Y DIRIGENTE DE ALIANZA NACIONAL DE FLORIDA
Columna semanal publicada en Diario EL HERALDO, martes 30 de setiembre de 2008
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