viernes, 26 de septiembre de 2008

El nuevo éxodo


Por Dr. Jorge Larrañaga

Los datos sobre migración siguen marcando la triste realidad, decenas de miles de uruguayos “optan” por irse en procura de un destino más próspero en el exterior.


Este fenómeno tiene efectos de indudable trascendencia sobre aspectos tales como los económicos y los de la seguridad social.

Estamos viviendo un fenómeno de fragmentación y de desintegración de la familia. Los jóvenes son uno de los sectores más castigados por este fenómeno migratorio. Y a esto le debemos sumar que muchos de los que se van son los más calificados.

El 55% de quienes se van a buscar suerte en el exterior son menores de 29 años. El 15% de las personas que abandonaron el país en los últimos años lo hizo con título universitario, mientras que el nivel educativo universitario alcanzado por la población que se quedó es de un 10%. También la juventud es el sector más castigado por el desempleo, los menores de 25 años son quienes presentan los mayores índices de desocupación.

Una sociedad que parece castigar el éxito, que no lo estimula y que pone trabas para el desarrollo personal hace propicio y favorece la migración de los más jóvenes.

Si esta tendencia no se revierte, más allá de los problemas económicos y propiamente sociales que se pueden generar, hay algo peor, y es que nos volveremos una sociedad triste, cuyos hijos y nietos viven en el exterior, destruyendo la familia oriental.

Obviamente que las medidas tendientes a contrarrestar estos fenómenos no son sencillos, y no se solucionan con mero voluntarismo. Pero es esa misma dificultad y complejidad del tema la que obliga a no retardar más su atención.

Los jóvenes siguen siendo postergados en este gobierno.

Sólo a partir de la generación de oportunidades se puede empezar a revertir este problema. Debe estimularse tributariamente la generación de empleo para jóvenes ya sea a partir de la reducción de aportes como de toda otra herramienta útil para ese fin.

Se necesita el diseño de una verdadera política de juventud, donde se armonicen los esfuerzos institucionales de manera de lograr un mejor impacto. En lugar de ello este gobierno desarticuló el Instituto Nacional de la Juventud, que cada vez es menos nacional y menos instituto de juventud, es ahora una repartición más, una oficina más del Ministerio de Desarrollo Social que poco hace por mejorar las condiciones de vida de la juventud uruguaya.

Pretendemos otra cosa, y se necesita otro impulso para la juventud.

El desarrollo nacional con sentido integral, con la generación de trabajo, políticas de vivienda para parejas jóvenes, un diseño del sistema educativo que prepare para las nuevas demandas que el mercado de trabajo exige y que brinde los conocimientos que la sociedad global requiere, son eslabones que deben estar presentes en la diagramación del plan para “retener” a nuestros jóvenes. Uruguay debe ser un país para quedarse.

Quedarse debe ser una opción para nuestra juventud, y no debe significar resignar sueños, expectativas y posibilidades. Por el contrario, el desafío es conquistar todo eso, aquí. Esta tarea no puede esperar; constituye un desafío ético la generación de oportunidades y brindar un acceso igualitario a ellas para todos los uruguayos.

Hay mucho por hacer, tanto desde lo institucional como desde el esencial cambio mental que pasa por creer en los jóvenes, darle espacios y respetar y escuchar sus demandas, estimulando el éxito y el espíritu de superación que responda al esfuerzo personal.

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