jueves, 4 de junio de 2009

SOBRE LA INSEGURIDAD


A raíz del asesinato de dos jóvenes de 15 y 17 años de edad respectivamente (la misma de nuestros alumnos que concurren al Liceo o a la UTU) hace diez días atrás en Montevideo, el tema de la inseguridad pública volvió al tapete.
Como es costumbre en estos casos, los turiferarios del oficialismo la volvieron a emprender contra la prensa y los partidos políticos de oposición, acusando a ambos de magnificar los hechos (como si el asesinato de dos adolescentes fueses un asunto sin importancia) y de “dar manija” a la gente.
Para el gobierno lo mejor es no informar sobre los hechos de violencia que se registran a diario o restarles trascendencia con frases tan triviales como “esto siempre pasó” (mentira monstruosa dicho sea de paso) o “en el resto del mundo pasan cosas peores”).
Sin embargo, cuando al principio de este gobierno se aprobó la llamada “Ley de humanización de cárceles” que permitió la liberación de cientos de presos, las críticas de la oposición en el sentido de que tal ley lejos de solucionar los problemas no harían más que agravarlos, fueron desestimadas por el oficialismo.
Hoy desgraciadamente vemos hacerse realidad aquellos pronósticos hechos en su momento por la oposición y el gobierno, lejos de tener la humildad de reconocer su error, se encastilla en su soberbia, dejando que las cosas sigan su curso “natural”.
Hace cosa de un mes atrás, el doctor Jorge Larrañaga presentó su proyecto de creación de una Guardia Nacional (como la hay en Estados Unidos, Chile o España), la cual estaría integrada por efectivos del ejército y la policía bajo mando del Ministerio del Interior, para cumplir funciones de vigilancia y prevención del delito (como lo vienen haciendo hoy los Cascos Azules uruguayos en las misiones de paz en el Congo y Haití).
La propuesta (la única presentada hasta el día de hoy que intenta ofrecer una solución concreta al problema de la inseguridad ciudadana), generó destempladas reacciones del oficialismo, que llegó a calificar de “pro dictatorial” la misma (la semana pasada Mujica dijo que a los drogadictos había que “darles con un garrote” y nadie del gobierno dijo ni mú). Sobre la finalidad que buscaba el proyecto y su posible instrumentación, nada se opinó.
Mientras el proyecto de Larrañaga, suponemos, duerme en algún cajón, crece la ola de delitos, aumenta el número de rapiñas y asesinatos, y la violencia se va convirtiendo en algo cotidiano en nuestras vidas (incluso en Florida, donde cada vez con mayor frecuencia se suceden las rapiñas y otros hechos de violencia).
Durante décadas la izquierda atribuyó la causa de ésta a las políticas económicas aplicadas por los gobiernos anteriores, que generaban marginación y pobreza.
Hoy, de creer a las cifras oficiales, vivimos en el mejor de los mundos, donde la indigencia prácticamente no existe, la pobreza descendió a la mitad, el desempleo es prácticamente cero, el nivel de vida de los uruguayos es sencillamente envidiable, y sin embargo, la violencia se ha disparado a niveles desconocidos en gobiernos anteriores.
Dos conclusiones podemos extraer de esto: o las cifras oficiales mienten y la realidad es peor de la que nos pinta el gobierno, o durante años la izquierda nos mintió, “embarrando” la cancha como se dice vulgarmente para obtener un rédito político. El tiempo dirá...

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